Antonio Lara Ramos con una larga trayectoria docente y en la administración educativa (actualmente en la Inspección educativa) en Andalucía, formula una buena radiografía y traza un mapa de los problemas que —de modo creciente— nos aquejan en la tarea de educar.
Su autor, con una larga trayectoria docente, y en la administración educativa (actualmente en la Inspección educativa) en Andalucía, formula una buena radiografía y traza un mapa de los problemas que —de modo creciente— nos aquejan en la tarea de educar. Una mirada retrospectiva —no nostálgica, pero sí desilusionada— de lo que ha sido la educación, desde niño, vivida en las distintas situaciones profesionales y contextos por los que ha transcurrido. «Antes no podría haberlo escrito», comenta. La experiencia de vida que recoge, junto con la reflexión personal, es dialogada y compartida con un amplio conocimiento y lectura de autores relevantes.
A lo largo de sus siete capítulos, que comienzan con una parábola (de ahí el título), se describe la complejidad de los cambios sociales actuales y por eso «más que nunca necesitemos parábolas que expliquen didácticamente lo que sucede en el mundo de la educación, y así poder entender mejor qué responsabilidad tenemos todos en esta tarea de educar a las generaciones jóvenes» (p. 30). En sus páginas se transmite una defensa decidida de que la educación puede cambiar las vidas de los ciudadanos y, con ellos, del mundo. Porque se cree en la educación, se cuestiona si esta escuela «dañada» tiene solución y las posibilidades de reflotarla. Para eso, entre otros, no se debe cargar la responsabilidad a la escuela, a su espalda, sin colaborar con ella; ni tampoco cuando las familias «dejan de ser ciudadano activos y comprometidos con la tarea educativa, adoptando el papel de reclamantes solo de los servicios educativos. Uno de los grandes enemigos de las relaciones familia-escuela» (p. 59).
Y, sin embargo, desde una mirada amplia, más allá de los problemas que nos aquejan en el contexto español; si —como se describe y ejemplifica— la sociedad actual (des)educa, recomponer la relación ya no puede ser sobre las bases del modelo heredado, desde fines del XIX, de la escuela actual. Se precisa un «nuevo contrato social», como señala el importante Informe de la Unesco, «reimaginar nuestro futuro juntos». No un pacto político, como a menudo solemos decir, con una mirada corta; sino con una visión ampliada de resituar hoy derecho a la educación a lo largo de toda la vida y de reforzar la educación como bien público y común, frente a propuestas futuristas digitales.
Las contradicciones de la modernidad han agotado hoy en día este modelo y los profesionales dedicados al «cuidado del otro» (médicos, enfermeras, trabajadores sociales, profesores), en este país como en tantos otros, se sienten desposeídos de la autoridad y reconocimiento que proporcionaba la propia institución. Por eso, sociológicamente (Touraine) se habla de «desinstitucionalización», de «desocialización», también de «individualización» (Beck). Si las reglas ya no están dadas y los antiguos ajustes han desaparecido, la propia motivación de los alumnos ha de ser construida por el maestro. Además, con el ocaso del modelo institucional (Dubet), los profesionales se sienten un tanto desarmados, por lo que han de construir su propio rol en cada situación y ganarse el reconocimiento personalmente en el propio contexto de trabajo.
En fin, un libro que no es un «cahier de doléances», como han proliferado en los últimos tiempos; que nos invita a reflexionar sobre lo que nos pasa, algunos de las cesiones y cambios que nos han llevado a esta situación. También, como acabo de apuntar, de difícil solución, porque supone refundar la escuela en esta sociedad digital y del conocimiento.
La sociedad que (des)educa. Parábolas para los tiempos que corren. Madrid: Editorial La Muralla, 2023, 285 pp.
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