Saray Marqués
¿Busca Excelencia Literaria escritores adolescentes prodigio?
Hay casos en que las mejores obras son las de juventud, pero salvo que exista una formación cultural importante detrás o alguien con autoridad para frenar los excesos propios de la edad, lo normal es que haya que esperar. Este proyecto busca que cuando surja la vocación no muera o desaparezca por falta de apoyo. Sin acompañamiento, lo esperable es que el adolescente deje de escribir y aquellas líneas se conviertan en un recuerdo amable de su época escolar. Para mí, el misterio de la vida es ir descubriendo qué dones hemos recibido de forma gratuita y, por pereza o por falta de estímulo, se han ido muriendo.
EL es ese estímulo.
Quería diseñar lo que me hubiera gustado tener a mí a esa edad: un trato directo con un autor que brinda su confianza, que se la juega por un chico o una chica que demuestra pasión por escribir. En EL no hay descartes. Puede haber alumnos que no escriben bien; pero, gracias a muchas horas de trabajo, demuestran una creatividad propia.
Esto va mucho más allá de la simple charla de salón de actos.
Con las visitas a los centros, los alumnos ven que entiendes sus frustraciones, sus vanaglorias, sus sueños de pasillo. Es un momento complejo, porque en la adolescencia uno se cree que lo tiene todo resuelto, pero a la vez hay una inseguridad tremenda, y que llegue un extraño a decirte “Fíate de mí, mándame lo que escribes, deja que te oriente...”, y que te muestre que haces las cosas mal escuece, pero el alumno que logra racionalizar las correcciones, pero también protestar, demostrarme que estoy equivocado... tiene un enorme recorrido.
En ocasiones, los primeros sorprendidos serán los profesores.
Una parte muy interesante del proyecto consiste en mostrar como alumnos no muy brillantes esconden un tesoro dentro. También sirve para sacar a la luz tensiones personales escondidas, para desatar muchos nudos. Y se dan ramalazos de genialidad. He sentido envidia de que esa idea no haya sido mía.
EL se convierte en un excelente observatorio de la adolescencia.
Sí, lo bueno de esta etapa es la naturalidad, el candor y, como no tienen delante al lector, se atreven aún más. Desde hace algunos años percibo una fiebre de sentimentalismo en los escritos que nada tiene que ver con los sentimientos universales, sino que es más bien una recreación en la observación de uno mismo, lo que padece, siente, llora...
¿Leen menos los adolescentes?
Al principio solía recomendarles unos títulos, pero he descubierto que es poco positivo ser dogmático. Las editoriales les ven como un público interesante, pero se han dejado de lado esos libros que podían tener el carácter de clásicos, aunque fueran de autores del sigo XX y XIX, y en su lugar triunfan los de usar y tirar, llegados de EEUU y el Reino Unido. Hoy les das a leer Tiempo de silencio y, salvo excepciones, abandonan noqueados. Antes no éramos pocos los que leíamos a Delibes, Martín-Gaite, algo de Kipling... Ahora percibo pasión por las trilogías, por los libros que llevan detrás una inversión de marketing importante y cuyo circuito acaba en el cine.
Hoy que cualquiera puede expresarse en las redes sociales, ¿ha perdido poder motivador la posibilidad de publicar?
Su interés sigue siendo altísimo. El otro día coincidí en Sevilla con una antigua ganadora y me comentaba: “Donde voy, me conocen, siempre hay alguien que me ha leído”. Con esta iniciativa estamos formando a líderes juveniles. Una chica que es capaz de publicar, de que le lean, sin querer está promocionando una forma de ver el mundo a través de su historia, sus personajes, sus artículos. Me interesa que perciban la escritura como un servicio a la sociedad, como un modo de reflejar valores.
Los colegios participantes son, sobre todo, privados y concertados, ¿también pueden participar institutos públicos?
No hay ningún veto y me gustaría que estuviera abierto a cuantas más sensibilidades educativas, mejor, porque creo que esto enriquece a los alumnos, pero son los colegios los que eligen. Hay una serie de plazas y un compromiso personal de no acudir a más de 25 centros al año, porque más es imposible, por los viajes y encuentros. Trabajar con 700 alumnos por curso ya me supone una dedicación casi exclusiva.
¿Echa en falta en la escuela más espacio para la creatividad?
Me desespera nuestro sistema educativo. Creo que es un modelo superado, que genera mucha desigualdad en cuanto a las capacidades. No descubre lo mejor de cada uno, quizá sí de los que tienen habilidades futbolísticas, facilidad para el manejo de los números... Pero los chicos en el colegio no escriben, no dibujan, no practican con un instrumento... Estudian teoría de la Literatura y enseguida se olvidan, y así con cualquiera de las artes. No hay espacio para el debate, para el teatro. Es el modelo ideal para una sociedad pragmática, falta de ideales, en la que el tener, el aparentar, tiene una fuerza enorme.
No cree que la última reforma lo haya arreglado.
No. Ha sido una reforma de puntillas, con muchas manifestaciones en contra. Parece que cada vez que cambia el signo del Gobierno tiene que elaborar su plan ideológico. Falta un pacto general y darle más voz al maestro, al gestor, que los políticos se conviertan en ejecutores de lo que los expertos dicen. Es muy difícil que una reforma cambie las prioridades en educación si no somos capaces de apuntillar el viejo sistema y abrirlo a uno más anglosajón, donde en los primeros años de la educación todo sea experimental.