Rebeca Wild. Creadora de la Fundación Educativa Pestalozzi (Ecuador), junto a Mauricio Wild, y autora de diversas obras sobre educación.
Mi marido, Mauricio Wild, y yo recibimos nuestra educación en el marco de la pedagogía convencional, pero el nacimiento de nuestros dos hijos (en los años 1966 y 1975, respectivamente) nos abrió los ojos a un nuevo paradigma de la vida, y en el año 1977 comenzamos la escuela no directiva Pestalozzi en Ecuador. Desde 2005 estamos creando otro entorno penetrante: el Proyecto Integral León Dormido (PILD), para niños y para adultos. A los ambientes preparados para las diferentes etapas de desarrollo ya no les llamamos "escuela alternativa", sino Centros para Actividades Autónomas (CEPA), un espacio en el que los padres acompañan a sus hijos, en lugar de mandarlos a una escuela. Así, la escuela Pestalozzi se ha convertido en estructuras comunitarias, es decir, en una oferta vital de colaboración para servir a las necesidades auténticas: en el CEPA 1, de niños desde los 3 hasta los 13 o 14 años, y en el CEPA 2, de los jóvenes.
En ambos CEPA, los padres dedican bastante tiempo a la práctica con materiales didácticos de diferentes niveles. Así comprenden la diferencia entre aprender algo –a través de la enseñanza de especialistas o a través de la creación de una nueva lógica– por sus interacciones con objetos más concretos, lo que es una nueva oportunidad para poder relacionarse con sus hijos con mucho respeto. También cooperan para mejorar los ambientes y crear nuevos materiales, y cada dos semanas hacen reuniones para reflexionar sobre los procesos de desarrollo de los niños. Ni el apoyo de los adultos, ni el uso de los CEPA de niños, jóvenes y adultos se paga con moneda oficial, sino que se registra con moneda alternativa. Y en el PILD los adultos organizan también estructuras no autoritarias de convivencia y de colaboración, para crear ambientes más relajados para ellos. En este entorno, una práctica muy importante para encontrar soluciones a tantos problemas del mundo actual es lo que llamamos "Economía Alternativa", la cual compartimos también con grupos en otras poblaciones y provincias.
Puntos clave en los procesos de vida
Me gustaría resumir nuestras experiencias de muchos años en el ámbito de la pedagogía. Espero no causar inquietudes, pero quisiera disculparme de antemano si mis descripciones provocan algún dolor.
En las culturas actuales, ¿la palabra ‘pedagogía’ no significa métodos de enseñanza programados autoritariamente que se hacen en clases formales y con grados, exámenes y notas, para que niños y jóvenes puedan seguir estudiando, y sacar títulos que son necesarios para obtener estimas sociales y ganar suficiente dinero para sobrevivir? ¿Y no hay muchos padres que prefieren mandar a sus hijos a los especialistas, porque no saben como tratarlos bien? Muchas personas quieren ser maestros porque buscan un trabajo que les aporte beneficios, pero para ejercer esta profesión deben saber más que los estudiantes, definir quién es inteligente o tonto, y haber sacado títulos para poder ganar buenos sueldos.
Al buscar una alternativa a la educación "normal", hemos descubierto algunos puntos clave en los procesos de la vida. Por ejemplo: ¿Cuál es la relación entre las necesidades auténticas de supervivencia y desarrollo? Cada ser humano que llega al planeta Tierra crea su cuerpo dentro del su madre, siguiendo el orden de la larga evolución de los seres vivos, que comienza con una sola célula que ya contiene un potencial humano. Después de su nacimiento, para poder desarrollarse neurobiológicamente, su necesidad auténtica es interactuar espontáneamente con el mundo exterior a su propio ritmo y de acuerdo con un programa interior. Los adultos necesitamos una comprensión cada vez más profunda de que un verdadero desarrollo humano depende de las interacciones individuales guiadas de dentro a fuera, con una energía que necesita la fuerza del amor. Así es como nuestro cuerpo se erige en un "fino instrumento musical" y en una herramienta adecuada para vivir con creatividad, tomando decisiones para mejorar este mundo que ya está en peligro de colapso. Un ejemplo de este peligro son los mares, ya muy envenenados por tantos elementos tóxicos arrojados por las civilizaciones modernas. ¡Y cada vez que leo un periódico, me asusto también por las agresiones como se producen entre los humanos!

Hay muchas investigaciones neurológicas sobre los procesos de maduración necesarios para dejar una buena influencia en el entorno, y que comprueban que los humanos son los únicos seres vivos en la Tierra que, durante toda su vida, pueden seguir madurando individual y socialmente. Para este desarrollo humano necesitamos un acompañamiento cordial en nuestras interacciones autónomas con el mundo externo y toma de decisiones personales, en cada nueva situación, para establecer nuevas conexiones neurológicas entre el corazón, el sistema límbico (que regula las experiencias sensorio-motrices y afectivas), y la mente. Con estas conexiones se puede descubrir la diferencia entre saber y comprender, pero se realizan solamente cuando en cada etapa de desarrollo hay relaciones de amor y respeto, en un contexto relajado, sin peligros, sin exigencias ajenas y lleno de ofertas para interacciones concretas. A este entorno llega todo el mundo con su propio trasfondo histórico, recibido de sus antepasados y de su cultura. No es coherente educar a niños de la misma edad en grupos obligatorios, porque cada uno tiene sus propias necesidades auténticas que, con el tiempo, los llevarán a plantearse las siguientes preguntas: ¿Por qué he venido a este mundo?, ¿cuáles son aquí mis responsabilidades? y ¿cómo puedo colaborar con otros?
Desde la primera infancia, los niños necesitan muchas experiencias, en el ámbito del juego, para poder activar su potencial y moverse libremente por la naturaleza y por entornos preparados por los adultos con objetos cada vez más estructurados. Hay niños pequeños que son todavía muy impulsivos, agresivos o autodefensivos. Es muy valioso que un adulto los acompañe con empatía y les ponga límites, con amor y respeto, para que sus reacciones impulsivas no afecten en un ambiente relajado, y también que los apoye para que las interacciones de su cuerpo con el mundo exterior sigan madurando desde abajo hacia arriba. Para un acompañamiento adecuado, el adulto necesita la comprensión de las conexiones neurológicas de nuestro organismo: de las áreas reticulares y límbicas hacia la corteza cerebral.
Organización no autoritaria
Alrededor de los siete años, los niños comienzan a crear espontáneamente sus propias reglas de juego. En el Pestalozzi –y ahora en los CEPA– participan cada semana en asambleas de niños y adultos para ponerse de acuerdo sobre muchas cosas. En estas asambleas los niños ejercen funciones de coordinación para establecer los turnos de palabra y cederla, cuando corresponda, al niño o adulto, que alza la mano. Esta organización no autoritaria ayuda a tomar decisiones en ambientes adecuados, y el acompañamiento de adultos respetuosos favorece que las interacciones de los niños se vuelvan cada vez más refinadas con todos sus sentidos y todas las partes de su cuerpo, lo que crea nuevas conexiones neurológicas. Así, los niños no son como muñecos que solo pueden moverse si alguien los manipula desde fuera, y no pierden el contacto con su ser interno, que los guía desde dentro, para convertirse, cada vez más, en un instrumento para vivir coherentemente en este mundo.

Haber tenido muchas experiencias jugando con alegría y autónomamente sirve como base para que, más adelante, puedan también hacer su trabajo relajada y espontáneamente, con energía y ganas de probar algo nuevo. En la sociedad moderna es habitual reemplazar estos preciosos estados emocionales con sustitutos y diversiones, con trabajar para ganar un sueldo, y confundir los progresos técnicos con un verdadero desarrollo humano. Lamentablemente, someterse a programas externos, tomar exámenes para conseguir notas y diplomas puede causar estrés y miedo, autodefensa, enojos u orgullo. Estas actitudes generan conexiones neurológicas con las estructuras bajas del cuerpo, que bloquean el proceso de crecimiento humano. Seguir obedientemente las costumbres sociales, aprender lo más rápido posible, memorizar y automatizar lo que otros enseñan, sin crear nuevas perspectivas vitales con cada experiencia personal, genera también muchas conexiones con las estructuras bajas del organismo y hasta ganas de hacer algo propio, a escondidas.
En la Fundación Educativa Pestalozzi, sin enseñanzas obligatorias, grados, exámenes y notas, hemos trabajado durante doce años hasta que nuestra alternativa ha sido reconocida oficialmente, porque las autoridades no podían negar todas las investigaciones neurológicas que hemos aportado. Así que tengo la esperanza de que este artículo ayude a tener menos miedo a las autoridades y más confianza en la vida.
A causa de nuestra decisión de no someternos a las exigencias pedagógicas normales, percibimos que una educación no directiva apoya también a los adultos en su proceso de crecer humanamente. Pocos maestros nos dijeron que estaban interesados en las investigaciones neurológicas de maduración humana, porque muchos trabajan con los métodos de su especialidad, por ejemplo, matemáticas, idiomas, biología, geografía, historia, artes o deportes. Pero las investigaciones neurológicas nos ayudaron a conseguir muchas comprensiones, a inventar nuevos materiales para ambientes preparados y a percibir las necesidades auténticas de cada etapa de desarrollo. Nuestro entusiasmo por probar algo nuevo anima también a los niños a buscar algo propio, y reemplaza un programa obligatorio que viene desde fuera.
Nos ponemos de acuerdo en cómo acompañar a los niños que toman sus propias decisiones de interactuar con los materiales, en los múltiples ambientes del CEPA, siempre cuidando que el ambiente sea relajado para todos. Cada instante es una oportunidad para sentir curiosidad sobre cómo los niños interactúan con lo que hemos preparado y qué otras cosas les podrían interesar. Esta curiosidad nos acerca a los niños y cada nueva situación es una invitación para reflexionar sobre el proceso de su desarrollo y sobre nosotros mismos. Colaborar con niños, sin el orgullo de saber más que ellos nos libra de las estructuras bajas de nuestro cuerpo. Así podemos crecer humanamente con más pensamientos interconectados, autorreflexión y empatía. Para eso es muy importante cómo hablamos y cómo nos movemos. Nunca deberíamos hablar con otros como no nos gustaría que alguien hablara con nosotros. Esto explica Masaru Emoto en su libro Mensajes del Agua: "En nuestro cuerpo hay por lo menos un 70% de agua, y el tono de voz y las palabras que pronunciamos afectan concretamente a los cristales del agua. Por ejemplo, los imperativos, la costumbre de decir "tienes que", el dictamen, los tonos dominantes, agresivos o fingidos cambian negativamente las estructuras de los cristales, lo que no solo afecta al bienestar del que escucha, sino también del que habla".
Individualidad e interacción social
Una pregunta importante es qué equilibrio encuentran los niños entre sus necesidades individuales y sus interacciones sociales. Niños que no tienen unas buenas relaciones con sus padres, no buscan nada propio. Solo quieren hacer lo mismo que otros compañeros, porque tomar decisiones les pone en contacto con sus dolores emocionales. A los adultos, un acompañamiento de amor y respeto nos ayuda a compartir nuestras experiencias personales, en lugar de enseñar lo que hemos aprendido de otros, nos abre la vista a otros niveles –como si estuviéramos subiendo una montaña– y nos abre el corazón a las preguntas: ¿Cómo era nuestra infancia? ¿Cómo nos hemos acostumbrado a depender de la valoración de otras personas? ¿Qué tenemos en común con los niños y con todos los humanos del planeta Tierra, no solamente con los de nuestra propia cultura, sino con los de todas las razas y civilizaciones? Estas preguntas pueden ser una base para crear un entorno social diferente y una nueva cultura.
Los niños que van creciendo con relaciones de amor y respeto, en ambientes preparados para sus necesidades auténticas, se interesan también por un mundo más amplio en geografía, en otras culturas, en otros idiomas, en la historia mundial, en viajes a otras provincias y a diferentes países, sin perder el contacto con su ser interno, que los va guiando desde dentro hacia lo que será importante hacer en este mundo.
Lo mismo nos pasa a los adultos, porque nos damos cuenta de que tenemos dentro de nosotros "a un maestro y a un alumno". Así nos libramos de las estructuras de poder y autoridad que mandan en otros. Nos sentimos humildes, lo que es necesario para crecer humanamente, porque percibir la amplitud de la vida y que nuestras comprensiones vienen desde dentro, nos libra del orgullo. Acompañar a los niños sin directividad nos ayuda también a buscar lo que nos falta para seguir desarrollando nuestro propio potencial humano. En lugar de clasificar y corregir a los niños que "todavía no saben suficiente y cometen muchos errores", admitimos que también nosotros cometemos errores, y lo mucho que ya sabemos y que todavía no comprendemos.
Con esta sensibilidad humana ya no nos portamos como vegetales que solo se dejan mover desde fuera, como animales que reaccionan impulsiva y agresivamente, y con autointerés, o como gente que se siente superior o inferior. Así podemos acordarnos de que todos tenemos el mismo potencial de desarrollo humano y abrirnos a un nuevo paradigma de la vida.
Acompañar a otros, prestando atención a lo que necesitan para su desarrollo, sigue creando las herramientas para poner en práctica el amor a la vida. Así crece nuestra capacidad de colaborar sin mandar o dejarnos mandar por otros. Ya no trabajamos porque "tenemos que hacerlo". No insistimos en las estructuras de poder, juzgando o glorificando a otros. Poco a poco descubrimos cómo podemos mejorar la vida en este mundo, y así seguir madurando humanamente hasta el fin de nuestra vida en la Tierra.
Para nosotros la manera más elemental de descubrir la diferencia entre aprender algo que alguien nos enseña y comprender algo por experiencias propias es el uso de diferentes materiales concretos y semi-concretos de matemáticas. Hay adultos que no tienen ganas de practicar con estos materiales. Algunos no quieren probarlos, porque "no han sido buenos alumnos de matemáticas", y otros porque "ya lo saben todo". Cierto es que quienes aprendieron más rápido y lo han memorizado, recibieron buenas notas. Pero según las investigaciones neurológicas, el desarrollo de la inteligencia requiere de tranquilidad emocional, lentitud, paciencia y confianza en el potencial de cada individuo. Muy importantes son también las investigaciones que demuestran que aprender algo por imitación y memorización es un "camino corto" entre el cerebro y las áreas bajas, pero que solo alcanzamos una comprensión y lógica personal si las interacciones concretas de nuestras manos son cada vez más refinadas, se conectan con lo que sentimos y con lo que decimos, y esto siempre por decisiones propias. Sobre todo los jóvenes se dan cuenta de cuándo un adulto "aprendió" el uso de materiales para enseñar a otros o si ha tenido un verdadero interés en convertir su saber en comprensión. Me acuerdo de jóvenes y adultos que, al usar algún material de cálculo decían: "Ahora ya comprendo por qué tuve un problema con mis padres o con mi marido". Un buen ejemplo de que no se trata solamente de aprender matemáticas, sino de crear estructuras neurológicas muy complejas en nuestro cuerpo, que pueden servir para percibir las necesidades propias y ajenas
Comprender lo que uno hace
¿Por qué será tan sencillo crear nuevas estructuras cerebrales al usar materiales de cálculo? Porque ahí interactuamos con objetos en el espacio, paso a paso, usando las manos y los sentidos, y describiendo lo que tenemos enfrente y lo que construimos. Los niños pueden hacer esto recién después de haber jugado con objetos muy diferentes, poniendo cada cosa en su espacio para encontrar lo que se busca, y si desde la primera infancia ya han tenido muchas experiencias de interacción autónoma con su cuerpo, sintiendo qué es abajo, qué es arriba, izquierda o derecha. Y esto con buenas relaciones sociales de amor y de respeto hacia sus necesidades de supervivencia y desarrollo, algo que se practica desde hace muchos años en el Instituto Emmi Pikler, de Budapest.
Jean Piaget describió que todo aprendizaje necesita tres prácticas que él denominó "aprendizaje operativo, figurativo y connotativo". Esto quiere decir que no se puede comprender qué son las matemáticas solo mirando los pizarrones o escuchando palabras y anotando números, porque eso es tan solo un aprendizaje virtual. Lo esencial es preparar los ambientes con diferentes materiales que se tocan con las manos (porque somos "hu-manos") y también con propuestas escritas de lo que se puede hacer con los materiales para conectar lo operativo con lo figurativo. Así se favorece un proceso de comprensión lo que uno mismo hace y que, poco a poco, crea las estructuras internas de abstracción.
Solo con experiencias propias se puede describir el uso de los materiales de cálculo que utilizan los niños, jóvenes y adultos, en nuestros ambientes preparados. Conviene que utilicemos los materiales Montessori concretos y semi-concretos para formar números, hacer cálculos de adición, sustracción, multiplicación, división, raíz cuadrada, cubicación, raíz cúbica, fracciones, relaciones positivas y negativas, porcentajes y otros ejercicios. También utilizamos ábacos chinos y japoneses, las taptanas de indígenas ecuatorianos, y otros materiales. Cuando ya hemos practicado todas las operaciones en el sistema decimal (la norma en nuestra sociedad), lo probamos todo en base dos y tres. Así se nos ocurren nuevas ideas, qué otros materiales quisiéramos inventar y qué ejemplos en tarjetas escritas serían útiles para incluir en el ambiente. Para que los adultos podamos acompañar a los niños, es importante que primero juguemos con todos los materiales, para así sentirnos seguros con ellos. Y nunca debemos acompañar a los niños con la actitud de "enseñar", sino con la de "jugar juntos". Nos sentamos con el mismo material al lado de un niño, diciendo tranquilamente lo que hacemos, pero atentos a si el niño está realmente interesado y a cómo está interactuando en cada situación. No solo él, sino también nosotros podemos cometer errores, y hasta asustarnos, cuando las bolitas de colores se nos caen al piso, momento en el que debemos pedir perdón al niño por no habernos concentrado lo suficiente en lo que estamos haciendo juntos.
Este acompañamiento es una buena forma de crecer juntos. Nos damos cuenta de que nuestra manera de explicar –precisa y con un suave tono de voz– lo que hacemos con nuestras manos favorece también el desarrollo de nuestra forma de expresarnos. Nuestro lenguaje se convierte en un buen instrumento para un pensamiento interconectado, con autorreflexión y empatía, en lugar de ser demasiado rápido, invadido de palabras que solo son costumbres de nuestro entorno social y que hemos aprendido "activando nuestro potencial de papagayo", usando palabras comunes y exigiendo que otros acepten lo que les decimos.
Este desarrollo de un adulto sirve también para hacerse nuevas preguntas y preparar algo nuevo en el ambiente. Así, creamos muchos nuevos materiales de lengua; comenzamos con algo concreto y nos tomamos en serio el desarrollo sensoriomotriz de los niños; pensamos qué contenido y qué lógica les puede interesar para llevar a cabo sus actividades individuales, y también para las de los grupos voluntarios de escritura creativa.
Hacer música junto con los niños, utilizando diferentes instrumentos, cantando y moviendo nuestro cuerpo, tampoco es una enseñanza cultural, sino una manera de celebrar la vida y una linda experiencia de nuestro crecimiento social, que depende del desarrollo individual de nuestro potencial humano. ¡Hasta para las plantas el sonido de música viva, suave y armónica es un gran apoyo para crecer mejor y dar mejores flores y frutos!

Ojalá que este pequeño conjunto de informaciones no se convierta en un "nuevo método educativo", sino que sirva a personas interesadas para acercarse a los procesos de vida y percibir que, en ambientes relajados, los niños nos pueden acercar al origen de nuestra propia vida. En realidad, todo depende de la decisión personal de querer sentir la diferencia entre lo que dicen o hacen otros, y lo que cada uno percibe desde dentro, para no depender tanto de la valoración de otras personas.