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Los desafíos de las políticas educativas en Latam

La importancia de la reflexión sobre el aprendizaje en Secundaria

M. José Miranda*, José Luis Tourón* y Juana M. Sancho Gil**

* Escola Virolai

**ESBRINA – Subjetividades, visualidades y entornos educativos contemporáneos (2014SGR 00632): http://esbrina.eu.

**REUNI+D – Red Universitaria de Investigación e Innovación Educativa. MINECO. EDU2015-68718-REDT: http://reunid.eu

mjosemiranda@virolai.com/ jtouron@virolai.com/ jmsancho@ub.edu

Cuadernos de Pedagogía, Nº 483, Sección Tema del Mes, Noviembre 2017

Los autores del artículo se centran en la implementación de la perspectiva DIY en el currículo de la ESO de la Escola Virolai de Barcelona. Destacan cómo puede generarse conocimiento a partir de las necesidades surgidas en el aula y cómo superar el modelo tradicional de organización de las clases: transmisión-elaboración-evaluación. Cuando el alumnado deja de percibir al docente como «una enciclopedia con piernas», algo muy profundo empieza a cambiar en la educación.

Como se refleja en los distintos artículos de este Tema del Mes, la propia elaboración de la propuesta enviada a la Comisión Europea, planteó una relación de colaboración y corresponsabilidad entre los participantes en el proyecto DIYLab. Este principio de acción y práctica educativa, concretado en una metodología de investigación en la acción participativa (ver el artículo de Onsès, Domingo-Coscollola, Llaquet y Beltran), buscaba identificar los elementos de la cultura de los centros en los que poder anclar y desarrollar la perspectiva DIY. Además de mejorar, con la participación de toda la comunidad educativa, los procesos de enseñanza y aprendizaje y garantizar la sostenibilidad de las prácticas desarrolladas una vez finalizado el proyecto.

En el caso de la ESO de la Escola Virolai de Barcelona, el análisis de los documentos que informaban de la práctica en el centro y el contenido de los grupos de discusión con estudiantes, docentes y familias, desveló la importancia que se le daba al:

  • Aprendizaje autónomo y autorregulado. El profesorado explicitó una concepción del estudiante como gestor de su aprendizaje y valoró su papel activo. «No es simplemente una persona que recibe, sino que está moviéndose; contrasta la información con otros compañeros; pone en juego todo lo que están aprendiendo en la clase ". ‘Los estudiantes han dejado de mirarte como si tuvieras que ser una enciclopedia con piernas...’. Una visión que también corroboraban las familias. A su vez los estudiantes consideraban que el desarrollo del currículo en la práctica parecía ofrecer un conjunto de espacios donde situar experiencias de aprendizaje desde la filosofía DIYLab y destacaban sus pros y sus contras.
  • Aprendizaje colaborativo y basado en problemas. El profesorado valoraba el trabajo en grupo: "trabajar en grupo, siempre que puedo... en grupos colaborativos, me permite trabajar a diferentes velocidades, para que cada grupo vaya evolucionando en función de sus conocimientos...". El alumnado puso sobre la mesa el tema de la composición de los grupos y la implicación de cada uno de los miembros. En cuanto al aprendizaje basado en problemas y proyectos se preguntaban hasta qué punto tenían libertad para plantearse el problema y la forma de resolverlo y si el docente tenía en cuenta este proceso a la hora de poner la nota. Las familias consideraban que sus hijos se pasaban el día compartiendo: "Les han enseñado a estar permanentemente conectados a un mundo virtual que nosotros no teníamos cuando estudiábamos".
  • Competencia digital. Para el profesorado el centro ha hecho una clara y firme opción por las tecnologías del aprendizaje y el conocimiento (TAC) para favorecer experiencias de aprendizaje y el desarrollo de la competencia digital (Sancho, 2008). Los estudiantes señalan un conjunto de medios y contextos como parte consustancial de su proceso de aprendizaje.

En este marco, son los estudiantes quienes señalan uno de los mayores desafíos de la propuesta al mostrarse algo escépticos a la hora de valorar hasta qué punto la escuela puede promover los procesos genuinos de aprendizaje autónomo y autorregulado subyacentes a la filosofía DIY. Uno de ellos plantaba que "esto no se puede conseguir en un sistema educativo si tú lo que quieres es imponer unos contenidos de curso, porque el estudiante no está buscando lo que quiere sino consiguiendo los objetivos que le han impuesto desde un ministerio"

SMART CITIES, UN PROYECTO INTERDISCIPLINAR

El DIYLab se implementó en el seno de Smart Cities, un proyecto interdisciplinar dirigido a estudiantes de 3º de ESO en el que intervienen las asignaturas de lenguas, ciencias naturales, sociales y tecnología. Una "Smart city" o ciudad inteligente debe llevar la etiqueta de sostenible y deberá velar por ser un entorno saludable, seguro y respetuoso con el medio. De ahí que en este proyecto se abordasen los retos sociales, medioambientales y tecnológicos que enfrentan las ciudades del siglo XXI. El desarrollo del proyecto implicó:

  • Trabajar con el alumnado los contenidos curriculares de las asignaturas implicadas con un enfoque globalizador.
  • Hacer una propuesta de trabajo que resultase motivadora para el alumnado.
  • Contribuir al desarrollo de competencias básicas para la formación de ciudadanos autónomos capaces de abordar los retos de la sociedad actual.
  • Ayudar a descubrir las ventajas del autoaprendizaje a través de actividades basadas en la perspectiva DIY.
  • Conocer y aprender a manipular lenguajes de programación y dispositivos asociados a la llamada internet de las cosas (Internet of Things / IOT) y sus aplicaciones a las Smart Cities.

Las actividades basadas en la perspectiva DIY, buscaban propiciar el aprendizaje del alumnado a la vez que hacían las cosas por sí mismos. El profesorado proponía y discutía con el alumnado situaciones problemáticas, invitándolo a buscar soluciones mediante un proceso de investigación y experimentación. El docente acompañaba este proceso asesorando al alumnado y proponiendo nuevos retos que les ayudasen a desarrollar su proyecto. Por ejemplo, sugiriéndoles descomponer una tarea compleja en otras más sencillas que les ayudasen a encontrar la solución al problema. Los estudiantes se organizaron en grupos cooperativos, a partir de sus intereses, para alcanzar sus objetivos. De este modo, desarrollaron sus proyectos, a modo de soluciones a los problemas ambientales de las grandes ciudades. Entre ellos encontramos sistemas de riego "inteligente", mejoras en el sistema de semáforos, propuestas de ciudades ideales…

Para llevar a cabo su trabajo interdisciplinar en grupo, pudieron salir del aula y ocupar los nuevos espacios que la escuela había creado para promover prácticas de enseñanza y aprendizaje en sintonía con las perspectivas del movimiento DIY. Sobre todo, enfatizando las dimensiones colaborativas y reflexivas.

LA IMPORTANCIA DE LA EVALUACIÓN

Como parte fundamental del proceso de aprendizaje, para fomentar la metarreflexión sobre lo aprendido, los diferentes grupos crearon un objeto digital visual que recogía lo que habían hecho, lo que habían aprendido y cómo lo habían aprendido. Su publicación en el espacio del DIYLabHub: http://hub.diylab.eu, creó una cierta ansiedad entre los estudiantes más comprometidos e identificados con el trabajo de calidad. Asimismo, con el fin de promover una evaluación para el aprendizaje y no solo del aprendizaje, se desarrolló una rúbrica utilizada para la autoevaluación, la coevaluación y la heteroevaluación. El plan de trabajo inicial, presentado por cada grupo, donde se establecían los roles de cada alumno, sus objetivos como grupo y los compromisos individuales para su logro han representado un importante papel. El cumplimiento de los plazos de este plan también formaba parte de la evaluación que finalizaba con un informe en el que se destacaban las fortalezas y debilidades, se reflexionaba sobre el grado de consecución de los objetivos y compromisos individuales y se concluía con una propuesta de mejora para posteriores trabajos.

Los estudiantes también mostraron los OVD a compañeros más pequeños de la escuela, siguiendo un proceso de aprendizaje-servicio, lo que favorece el desarrollo de habilidades de comunicación y transferencia del conocimiento.

DE LUCES Y SOMBRAS

La tercera fase de la investigación en la acción, permitió analizar las fortalezas, las debilidades y la sostenibilidad del DIYLab. Los estudiantes consideraron que les habían faltado momentos reales para investigar y que, en ocasiones, no se habían sentido con plena libertad de acción. También su sensación de desorientación y extrañeza ante lo desconocido, aunque descubrieron que era un buen punto de partida para aprender. Pero señalaron sobre todo lo que les había posibilitado la acción educativa desde la perspectiva DIY:

  • Investigar para encontrar información y convertirla en conocimiento, buscarse la vida, encontrar objetivos, trabajarse la nota final, etc.
  • Avanzar sin una guía preestablecida. Posibilidad de dar su enfoque particular en un marco general planteado.
  • Aprender primero una base de lo que les interesa para poder empezar e ir decidiendo qué necesitan para continuar.
  • Crear grupos basándose en sus intereses, pero también por nivel de aprendizaje. Esto les ha permitido trabajar a todos por igual, sin que nadie asumiera un papel preponderante
  • Utilizar espacios que permitían organizarse en pequeños grupos, tener movilidad, sensación de apertura y dinamismo.
  • Situar el proyecto en un contexto real y cercano, posibilitando que las problemáticas estudiadas fueran conocidas directamente por ellos o por sus familias.
  • Participar en un proyecto europeo. Compartir públicamente el trabajo supuso un valor añadido, una presión positiva y pensar que lo que habían hecho podía tener utilidad más allá de la escuela.

Encuentran muy interesante seguir trabajando de esta manera, ya que pueden hacerse suyo el aprendizaje a partir de sus intereses y no de unos preestablecidos, además de proporcionarles un entorno de trabajo más entretenido, creativo y motivador y permitirles aprender a aprender, algo que les servirá para toda la vida.

El profesorado sintió cierto desconcierto al gestionar por primera vez una actividad planteada de manera interdisciplinar y autogestionada. Sintieron un miedo inicial al descontrol, preocupación por conseguir que los estudiantes tuvieran criterio para buscar buena información, discernirla y crear conocimiento. También les preocupó la posible mala gestión de la autonomía por parte de algunos estudiantes. A la vez que señalaban el aumento del trabajo y preparación requerido por el cambio metodológico y la necesidad de generar espacios temporales para la coordinación, seguimiento y evaluación del proyecto. Pero las referencias a las posibilidades ofrecidas por el proyecto resultan más numerosas:

  • Abre espacios de creación.
  • Partir de los intereses de los estudiantes aumenta la motivación, sobre todo la de aquellos menos implicados académicamente.
  • Lleva a abandonar el modelo tradicional de organización de las clases: transmisión-elaboración-evaluación, para sustituirlo por uno de generación del conocimiento a partir de las necesidades surgidas en el proceso.
  • Conlleva la idea del docente como acompañante, trabajando codo con codo con los estudiantes y aprendiendo de ellos y con ellos.
  • Aumenta su capacidad de resolución e improvisación, in situ, sobre todo en situaciones imprevistas o que requieren un cambio.
  • Permite que las Ideas de unos y otros se polinicen para hacerlas crecer y mejorar, lo que lleva a aprender a aprender, a reconocer (y no censurar) los distintos procesos de aprendizaje, a promover una actitud creativa por parte de los estudiantes. También fomenta el desarrollo de la competencia comunicativa, las estrategias de negociación y discusión, la responsabilidad, la planificación y la gestión del proceso. En suma, es una experiencia auténtica de trabajo colaborativo.

Para el profesorado, la sostenibilidad de las ideas fundamentales del proyecto DIYLab está garantizada, porque han impregnado la pedagogía del centro. La escuela está construyendo su propia versión de la perspectiva DIY. Una filosofía que bajo el lema "Una Escuela que aprende, una escuela que transforma" define un modelo pedagógico que proporciona un entorno educativo en el que el alumno es el centro del aprendizaje. Un aprendizaje que parte de la individualidad para crear una comunidad en la que todos avanzan y que capacita para aprender a lo largo de la vida. Pero, por encima de todo, el proyecto DIYLab ha hecho cambiar la forma de evaluar, centrándola en la reflexión sobre el proceso de aprender y dotando al alumnado de la autonomía para decidir los productos de aprendizaje sobre los que quiere ser evaluado, incorporando a sus propias familias en este proceso. Es en el portafolio digital, el libro de artista, donde el alumno a partir de estándares y criterios compartidos mostrará sus mejores obras, aquellas de las que se siente orgulloso, documentando el proceso de creación, sus pensamientos, sus decisiones, los errores y las correcciones. En suma, el proceso de aprender.

PARA SABER MÁS

  • Sancho, Juana M. (2008). "De TIC a TAC, el difícil tránsito de un vocal", en Investigación en la escuela, núm. 64, pp. 19-30.
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