La invasión rusa de Ucrania ha convertido ya a más de 2 millones de personas en refugiados y se espera que esa cifra llegue hasta los 5 millones. La Unión Europea les abre las puertas de par en par para darles cobijo. Entre esos países de acogida se encuentra España que, poco a poco, va dibujando las líneas a seguir para que se produzca de la manera más ágil posible y con todas las garantías.
Hasta ahora, según explicaba hace unos días el ministro de Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, en torno a mil ucranianos forman parte del sistema nacional de acogida, aunque son muchos más si tenemos en cuenta a los que están acudiendo directamente a la diáspora ucraniana. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha elaborado una guía que ha sido traducida al ucraniano donde explica cómo tramitar la solicitud de asilo y en qué consiste el proceso de acogida.
Uno de los colectivos que más preocupa es el de los menores de edad, que representa más de la mitad de los desplazados por la guerra. La futura llegada de niños y niñas a los centros educativos españoles plantea una serie de retos que han de abordarse muy cuidadosamente para que su integración en las aulas se produzca con éxito. Los expertos señalan que hay que tener en cuenta de que hablamos de jóvenes que se incorporan con un curso ya más que comenzado y que tienen un origen cultural y educativo distinto. Todo ello, con el agravante de haber sufrido experiencias traumáticas derivadas del conflicto.
Nacho Guadix, responsable de Educación de UNICEF España aplaude la activación de la directiva europea de protección temporal y que el gobierno de España haya ampliado las garantías dentro de la misma, lo que favorecerá que «personas que estaban en situación irregular podrán acogerse a ella». Nos cuenta que, actualmente, la salida de refugiados de Ucrania se está produciendo en forma de goteo, pero que quizá en las próximas semanas se produzca una aceleración. Prevén que «habrá una primera llegada a los lugares en los que ya hay más ucranianos instalados, como es el caso de Madrid, Cataluña, Levante y Andalucía. Van en busca de redes de apoyo familiar o de compatriotas, por lo que creemos que se concentrarán ahí».
En UNICEF reconocen que la articulación de la logística en torno a las escuelas «están por verse». Nos explican que, desde las comunidades autónomas «ya se están empezando a mover y a activar los protocolos de recogida y de aceptación de cualquier estudiante que llega con el curso iniciado». Lo que preocupa es —en palabras de Guadix— que estos sistemas «ya estaban bastante saturados con la población migrante que hemos tenido hasta ahora y en ciertos lugares donde ya hay concentración pueden producirse dificultades». Advierte de que, si esta situación «sirve para reforzar el sistema de protección de niños, bienvenido sea. Pero van a hacer falta recursos que se han recortado en muchos lugares, como el sistema de aulas de enlace y de procesos de incorporación». Lo cierto es que la maquinaria ya se ha puesto en marcha y «todas las comunidades han dado ya orden de que a los niños se los escolarice lo antes posible».
En Save the Children también están expectantes sobre cómo se va a gestionar este asunto. Jennifer Zuppirolli, portavoz de la organización, destaca la importancia de que las familias refugiadas «puedan contar con una regularidad en los países de acogida para tener un acceso a los servicios básicos que van a necesitar. La directiva europea tiene en concreto el objetivo de facilitar el acceso a la educación de los niños y niñas». Recomienda a las administraciones «que comiencen desde ya a coordinarse con sus consejerías educativas para asegurar que, en las próximas semanas, se vayan contabilizando los niños y niñas que van a tener que ser escolarizados. Esa coordinación es vital para que ningún niño o niña se quede demasiado tiempo fuera del sistema educativo. Entendemos, además, que necesitarán un refuerzo del idioma, porque muchos de ellos llegarán sin conocer el castellano».
Jennifer Zuppirolli, portavoz de Save the Children, destaca la importancia de que las familias refugiadas «puedan contar con una regularidad en los países de acogida para tener un acceso a los servicios básicos que van a necesitar»
La barrera del idioma y la atención a la salud mental
Precisamente el análisis y la previsión de las necesidades concretas de los niños ucranianos que irán llegando a nuestro país es la piedra angular para facilitar una cierta vuelta a la normalidad y una estabilidad en España. Guadix señala que «hay que ver en qué condiciones llegan los niños ucranianos no ya solo psicológicas, sino educativas». Su situación, subrayan en UNICEF, es complicada, puesto que vienen «de 8 años de conflicto que no han sido tan visibles para nosotros, pero en los que las escuelas han sido objeto de ataque». Por otro lado, recuerdan los estragos de la pandemia y que la llegada del COVID «ha cerrado los centros educativos durante mucho tiempo». Esos desajustes entre el nivel, la edad que tengan y el aprendizaje del idioma son «retos muy serios que van a precisar de recursos y de atención inmediata para evitar ahonda la situación de trauma con la que vengan». Por tanto, hay que prestar especial atención a cómo se va a proporcionar esa atención «tanto a los que tengan buen nivel, pero tengan que aprender el idioma; como a los que vengan con necesidad de refuerzo con respecto a su edad y el nivel que traigan por todas las circunstancias añadidas». Desde el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia están haciendo lo posible «para que haya los recursos suficientes para atender a todos estos chicos».
Sobre cómo salvar las diferencias y problemáticas lingüísticas, Save the Children recuerda que el sistema de acogida de personas refugiadas «cuenta con cursos de castellano dirigidos tanto a adultos como a niños». Sin embargo, «vista la dimensión y la proporción de niños que están llegando desde Ucrania, habrá que hacer un esfuerzo extra para lograr una inmersión lingüística que les permita recuperar cuanto antes una normalidad educativa».
En cuanto a la gestión emocional de lo vivido, las organizaciones de protección de la infancia hacen especial hincapié en las necesidades psicosociales de los menores. Zuppirolli apunta a que «llegarán con situaciones de necesidad de apoyo a nivel de salud mental por lo que han vivido en estas semanas. Habrá que ver cómo se les puede apoya sin olvidar que lo mejor que podemos hacer por ellos es incorporarles al sistema educativo para intentar restituir esa parte de rutinas diarias que sabemos que es muy importante para los niños y las niñas».
En este mismo sentido se expresan desde UNICEF. Aseguran que, en situaciones de emergencia como en la que nos encontramos «recuperar la normalidad y todos los procesos de integración psicosocial son básicos en los primeros días. La atención psicológica y psiquiátrica para los casos más graves, cuanto más rápida sea, mejores efectos y pronóstica tendrán».
UNICEF remarca que en situaciones de emergencia como en la que nos encontramos «recuperar la normalidad y todos los procesos de integración psicosocial son básicos en los primeros días»
La importancia de una acogida controlada
La ola de solidaridad que el conflicto ucraniano ha despertado en toda Europa ha llevado a muchos particulares a ofrecerse como familias de acogida para aquellos niños que puedan necesitarlo. Desde las ONGs instan a vigilar muy de cerca todos estos procesos que se están produciendo en un momento de especial vulnerabilidad para los más pequeños. Desde Aldeas Infantiles consideran que «lo mejor para los niños y las niñas en estas situaciones, siempre que esto no ponga en riesgo su salud y bienestar, es estar cerca de los suyos y sus raíces. Por esto, seguimos trabajando para prevenir la separación familiar durante los desplazamientos y para ayudar a los niños y niñas que viajan solos a reunirse nuevamente con sus familias».
En Save the Children son muy claros en este aspecto: «pedimos que cualquier tipo de acogimiento se realice dentro de los cauces previstos y que pase por acogimientos formales para que se pueda dar seguimiento desde los sistemas de protección». Insisten en que estos procesos «no pueden hacerse de manera informal. Uno no puede ir a la frontera a por un niño y ayudarlo. Los niños desplazados son muy vulnerables a situaciones de abuso y de explotación. Más aún en un momento de desplazamiento masivo. No podemos correr el riesgo de que un niño que se encuentra sin referentes familiares sea acogido por alguien que no sabemos quién es». Quienes quieran ayudar pueden «inscribirse en un registro de familias de acogida, a través del cual se realiza una evaluación, un acompañamiento y se proporcionar una formación. De esta manera, se aseguran de que son personas idóneas para hacerse cargo de un niño y después buscan al menor cuyas necesidades se ajusten a la familia. Hay que incrementar los recursos para que esto se haga de la manera más ágil posible».
El mismo mensaje nos llega desde UNICEF, que lamenta que estas situaciones «son un caldo de cultivo perfecto para el tráfico de niños y para la explotación de mujeres». Admite que los trámites de acogida «no son sencillos ni cortos, puesto que hay que garantizar un montón de cosas antes. Hay que asegurarse de que el niño que se va a acoger está en desamparo y que la familia reúne las condiciones para acogerlo. Esto choca un poco con cierto voluntarismo que estamos viendo».