«Maleducados. ¿Estamos fallando a nuestros hijos como responsables de su educación?» de Berta Rivera, se sumerge en las aguas tumultuosas de la educación contemporánea, desafiando a padres, educadores y a la sociedad en su conjunto a reflexionar sobre la forma en que estamos guiando a las generaciones venideras.
En esta travesía literaria, Rivera desentraña los misterios de la educación actual, hilando las complejidades que influyen en el proceso formativo de nuestros hijos. La autora va más allá de señalar los problemas, indagando en el porqué de las tendencias educativas actuales y desentrañando las razones detrás de posibles fallas.
El objetivo final es claro: trazar un camino hacia una educación que no solo transmita conocimientos, sino que también nutra las habilidades esenciales para una vida plena y auténtica. ¿Cómo podemos asegurar que las próximas generaciones no solo sean instruidas, sino también preparadas para enfrentar los desafíos de un mundo en constante evolución?
Por tanto, la pregunta crucial es si la educación está formando a las generaciones venideras para liderar en la era de la Revolución Tecnológica. Más allá de las herramientas digitales, ¿se está fomentando la creatividad y la capacidad de generar ideas innovadoras? La clave está en no solo adaptarse al ritmo de la información, sino en cultivar mentes capaces de dar forma a la narrativa digital de manera impactante.
En su ensayo «Maleducados», habla sobre la necesidad de repensar la educación para las próximas generaciones ¿Podría explicar cuáles son las principales preocupaciones que la llevaron a escribir sobre este tema?
Empecé a pensar en hacerlo, en escribir sobre la educación, cuando me di cuenta de que leyendo los periódicos o viendo los telediarios cada vez más veces acababa pensando «qué maleducados»; son muchos los comportamientos que vemos actualmente que, a mi modo de ver, sólo se explican desde una mala educación, una educación que reduce cada vez más el universo intelectual de los estudiantes y que convierte sus sentimientos en el centro de su educación, no a ellos ni al conocimiento que deberían adquirir; un escrache en una universidad, por ejemplo ¿en qué momento han pensado quienes lo perpetran que tienen derecho a callar a quien no piensa como ellos? Hemos perdido mucho respeto al otro y eso acaba siempre en la falta de respeto a uno mismo, es mala educación y es, como decía Escohotado, pobreza.
Además, menciona la pregunta de por qué algunos padres, a pesar de tener una buena formación y conocimientos sobre crianza, no logran educar adecuadamente a sus hijos. ¿Podría compartir su perspectiva sobre esta paradoja y las posibles razones detrás de ella?
Creo que la explicación a esa paradoja, aunque a priori parezca un planteamiento un poco peregrino, hay que buscarla en los cambios que la tecnología ha provocado en la sociedad: vivimos en la sociedad de la información, que no quiere decir que estemos bien informados sino que recibimos un aluvión de información por minuto, cuando no sale un «experto» alertando de la importancia del inglés, sale uno diciendo que las carreras tecnológicas son el futuro, otro hablando de las bondades del deporte… y al final los padres vamos corriendo tras todas las tendencias porque no queremos que a nuestros hijos les falte una sola clave para construirse un futuro próspero; de lo que no nos damos cuenta es de que en ese aluvión de información hay de todo, datos realmente válidos y útiles y otros que son solo ruido y sobre todo no nos damos cuenta de que centrándonos en la tendencia del momento estamos descuidando aspectos esenciales de la educación como la lectura; hoy te encuentras con padres que te explican que es normal que los adolescentes no lean porque tienen otros intereses… nadie te dice cuáles son esos otros intereses más allá de los hobbies y olvidamos que la importancia de la lectura no está en que los niños lean o no el Quijote sino en la comprensión lectora que es básica para el desarrollo intelectual del ser humano.
«Los padres vamos corriendo tras todas las tendencias porque no queremos que a nuestros hijos les falte una sola clave para construirse un futuro próspero»
¿Cuáles son algunas estrategias efectivas para garantizar la seguridad y el bienestar de nuestros hijos sin llegar a ser sobreprotectores?
Es imposible trazar estrategias en ese sentido útiles y válidas para todos los niños porque no todos los niños son iguales, de ahí la enorme importancia de los padres en la educación de sus hijos; somos los padres quienes mejor los conocemos, quienes mejor podemos calibrar su madurez o inmadurez y lo que se les puede exigir en cada momento; ahora bien, los padres no somos infalibles y creo que hay un aspecto que deberíamos cuidar: proteger a nuestros hijos no es hacerlos eternamente felices ocultándoles todo aquello que podría ensombrecer un momento de su vida, es muy absurdo eso que dicen algunos de que hay niños a los que les suceden cosas que no son de niños… la vida no es como la televisión, no hay sucesos indicados ni contraindicados para niños, la vida sucede, sin más y los niños tienen que aprender también a afrontar las cosas que no les gustan, es mejor acompañar a un niño en un momento triste que ocultar el motivo de la tristeza y dejarlo vivir en un mundo feliz donde no sucede nada malo porque, si hacemos eso, el golpe con la realidad de la vida será insoportable. Creo que esa es la clave que debemos manejar los padres: proteger a nuestros hijos, por supuesto, pero no escondiendo todo lo feo, a veces hay que acompañarlos a través de lo feo, eso los hace más fuertes, más capaces, les crea anticuerpos frente a lo que pueda sucederles en la vida.
¿Qué considera que distingue una buena educación de una mala educación? ¿Cuáles son los indicadores clave que los padres y educadores deben tener en cuenta al evaluar la calidad de la educación que ofrecen a sus hijos?
El indicador más evidente de una buena o mala educación, a mi modo de ver, es el respeto; un niño que falta al respeto a sus padres, a sus profesores o a sus compañeros es un niño maleducado y, como decía Kennedy, un niño maleducado es un niño perdido; creo que tanto padres como profesores tenemos que empezar por ahí, por conseguir que los niños respeten a los demás y por qué respeten las normas que se les dan (tanto en casa como en clase); no se trata de imponerse a ellos sino de darles un marco en el que moverse, un marco en el que cabe incluso la negociación y las cesiones pero nunca, de ningún modo, la falta de respeto. Una vez que tienes a los niños con una actitud respetuosa hacia sus padres, hacia sus compañeros y hacia el profesor, trabajar el contenido de cada curso es mucho más fácil y fructífero.
«Como decía Kennedy, un niño maleducado es un niño perdido»
Usted menciona los «pilares esenciales» para transmitir una verdadera educación integral a niños y adolescentes. ¿Podría enumerar algunos de estos pilares y explicar por qué son tan importantes en el proceso educativo?
En mi opinión, lo esencial es que veamos la educación no pensando en lo que puede hacer por nosotros sino en lo que puede hacer de nosotros, es decir, la educación obligatoria no debe estar pensada para educar profesionales sino personas libres y capaces, los profesionales salen de formación profesional y de la universidad, de los colegios e institutos deberían salir niños educados, es decir, con un conocimiento básico del mundo en el que viven y con las herramientas esenciales que necesitarán para formarse después en el campo profesional que elijan (una buena comprensión lectora, un buen nivel de inglés, buen nivel de matemáticas, conocimientos de historia…).
Si tenemos eso como objetivo, el rumbo de la educación se corrige casi solo, basta con dar al profesor su autoridad en el aula y a los padres en casa (vivimos tiempos líquidos en los que te encuentras con políticos que se consideran con derecho a interferir en la autoridad paterna y padres que se creen con derecho a interferir en la autoridad del profesor, por ejemplo); el respeto a la autoridad de los padres y profesores es esencial porque supone el respeto a lo que representan, a la labor que ejercen y eso es esencial, respetar a cada uno en su ámbito de competencias nos libra de otorgar carnet de expertos a cualquiera en cualquier circunstancia.
Señala también que no solo los docentes influyen en el proceso educativo de los niños. ¿Podría expandir sobre los otros factores que considera importantes en la educación?
La educación no es solo cosa de profesores y padres aunque sin duda ellos son los actores principales del proceso educativo (además de los niños, lógicamente), pero vivimos en sociedad y todas las relaciones de los niños con su entorno influyen de algún modo en su educación, no digamos ya si además creamos mecanismos para que sea así; actualmente el sistema sanitario, por ejemplo, interfiere en la educación, si vas a una revisión de los 12 o 14 años con un adolescente te puedes encontrar con una clase magistral de educación sexual; o te puedes encontrar en los centros educativos con campañas de ayuntamientos destinadas a influir en los niños para que sean más feministas o más ecologistas o lo que fuera… No entro a valorar aquí el fondo de esas iniciativas (aunque en el libro sí lo hago), sólo señalo su influencia en la educación y por tanto la necesidad de tenerlas en cuenta.
¿Existe una relación entre la mala educación y la falta de tolerancia a la frustración?
Absolutamente, creo que hay una relación directa; la falta de tolerancia a la frustración nace de la poca necesidad de afrontar un no o un disgusto a lo largo de la infancia: si nunca has suspendido porque no se suspende, nunca has perdido una carrera porque todos ganan, si siempre has conseguido todo lo que querías o te has adaptado bien a lo que tenías sin tener que pelear por conseguir nada, lo que sucede es que estás acostumbrado a que todo te venga dado y resulta muy difícil, cuando tienes 15 o 20 años, darte cuenta de que cada vez son menos las cosas que te vienen dadas, que tienes que esforzarte y que, aun así, habrá veces en las que no consigas lo que quieres; no podemos pretender que la infancia sea un paseo en patinete eléctrico por carril bici y de joven se convierta en una carrera de obstáculos y a pie sin que salte como un resorte una absoluta falta de tolerancia a la frustración que es, en el fondo, una falta de tolerancia a una realidad que no se esperaba así.

¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrenta la educación en la actualidad? ¿Cómo cree que se pueden abordar estos desafíos de manera efectiva?
Creo que el principal desafío es entender cuáles son las cosas que están minando la educación, destrozándola desde la base; no debemos despistarnos con debates secundarios cuando no hemos afrontado todavía los desafíos principales; hablar de pantallas en educación o del bilingüismo, incluso de la transformación del sistema universitario y de FP para que esté más cerca del mercado laboral y no recorriendo calles sin salida, es importante pero son todos debates que deben sustentarse en un sistema educativo sólido que, en mi opinión, no tenemos; creo que el primer desafío para padres y profesores es recuperar la autoridad que nunca debimos perder en lo que a la educación se refiere, los profesores en el aula, los padres en casa; sin entender ese primer desafío todo lo que hagamos serán castillos en el aire; en Maleducados hablo precisamente de las cosas que, a mi modo de ver, minan la educación: una visión excesivamente pragmática de la educación obligatoria, el desprecio de la lectura, la penalización del talento y del esfuerzo, la reducción del trabajo individual o la ideologización de los contenidos son algunos de ellos.
«La razón por la que un niño acosa a otro no es lo importante, la razón es sólo la excusa»
En su experiencia y perspectiva, y viendo los innumerables casos de bullying que tenemos ¿cuáles son las claves para establecer una comunicación efectiva entre padres, profesores y estudiantes en el proceso educativo para no tener que escuchar frases como la de la estudiante valenciana «Mamá, estoy encerrada en el baño porque tengo miedo de que me peguen, ven a por mí»?
Cuando hablo del respeto como algo básico lo hago pensando también en el bullying y es que solemos hablar de bullying solo desde la perspectiva de las razones del acoso, es más, los planes anti-bullying suelen ser planes contra la homofobia, la islamofobia, la gordofobia… Creo que es un error terrible, la razón por la que un niño acosa a otro no es lo importante, la razón es sólo la excusa, lo grave del asunto es que un niño se crea con derecho a acosar a otro y lo haga, lo grave es la falta de respeto que se demuestra hacia el compañero, la clave no está nunca en las razones del acoso sino en quien acosa y en quien es acosado; si fomentas el respeto al otro estás creando un ambiente refractario al acoso, de ahí que sea tan importante que los profesores recuperen la autoridad en el aula y exijan ese respeto tanto a sí mismos como a los niños; y cuando se dan casos de bullying no importa el motivo, lo que hay que trabajar no es el motivo sino con los actores del bullying, los dos, tanto el niño que acosa como el que es acosado y por supuesto con el resto de la clase, especialmente si no muestra una actitud general de rechazo a ese acoso; si a lo que te dedicas es a dar clases magistrales de gordofobia porque sabes que tienes un caso de bullying relacionado con ese asunto en clase, lo que estás haciendo es ahondar en el señalamiento del acosado y dejando que el acosador salga impune; además solemos pensar que si logramos parar el acoso ya está resuelto el asunto y no es así; con un niño que acosa a otro hay que trabajar hasta que entienda y asuma lo inaceptable de su actitud y con un niño acosado también hay que trabajar para ayudarle a afrontar la situación porque te puedes encontrar con que el mayor problema, por seguir con el ejemplo de la gordofobia, no era que le llamaran gordo sino que él mismo tiene un complejo terrible al respecto.
En el ejemplo al que te refieres se ven todas las aristas de este problema, una niña acosada que se queda sola, sin apoyo de nadie, ni de otras compañeras, ni profesor alguno, ahí está el primer problema y denota un ambiente que no es refractario al acoso; y tienes a la niña llamando a su madre en lugar buscar ayuda en el colegio ¿por qué lo hace cuando es más fácil y rápido pedir ayuda en el colegio? Probablemente porque no sabe a quién pedir ayuda ni cómo hacerlo… y cabe que en el colegio haya protocolos anti-bullying en marcha (contra la gordofobia, la homofobia…). ¿Por qué? Cabe que sea lo que se pregunta la niña acosada un día tras otro y lo que hay que hacer es dejar bien claro desde el principio que el por qué no importa, que lo que le sucede no puede ocurrir y, si ocurre y no lo atajamos nada más empezar, es porque algo se nos está escapando, algo no estamos haciendo bien.
«La buena educación empieza en la lectura, todo lo demás viene después»
En su libro, explora el «desprecio a la lectura» en un capítulo. ¿Crees que existe una relación entre la mala educación y la disminución de la comprensión lectora?
Tenemos que entender la importancia de la lectura como hábito esencial para tener una buena comprensión lectora ¿por qué? Porque la comprensión lectora es básica, por muy tecnológica y visual que sea la época en la que vivimos el ser humano se comunica hablando y escribiendo, necesitamos una buena comprensión lectora para entender el problema de física que tenemos que resolver o el informe médico que nos acaban de entregar; además esa buena comprensión lectora es la que nos lleva a tener una buena capacidad de expresión que es la otra cara de la misma moneda. No se trata de que los niños lean a Santa Teresa o el Quijote, se trata de que lean porque el único modo de tener buena comprensión lectora es leer, sin más. No quiero decir con esto que no sea importante que lean a los clásicos, que lo es, pero ni tan siquiera eso es más importante que cultivar un buen hábito de lectura, al fin y al cabo, el niño al que se le leen cuentos de pequeño, el que lee luego cómics cada noche y pasa después a novelas de temáticas que le interesen, irá abriendo su universo lector y antes o después llegará a los clásicos.
Sé que es difícil de entender o de aceptar (por eso he escrito un libro para explicarlo…) pero la buena educación empieza en la lectura, todo lo demás viene después ¿de qué te sirve hablar inglés si tienes una comprensión lectora pésima? ¿Alguien cree que si no comprendes lo que lees en tu lengua materna vas a comprenderlo en una segunda lengua? Un ejemplo clarísimo está en las regiones con dos lenguas en España, desde la implantación de la inmersión lingüística el nivel de fracaso escolar en Cataluña, por ejemplo, es mucho mayor entre los niños que tienen el español como lengua materna que entre los que tienen el catalán y lo cierto es que todos hablan las dos lenguas, pero la comprensión del lenguaje va mucho más allá de ser técnicamente capaz de usarlo.