Internet es una herramienta muy práctica para todos, ya sean jóvenes o adultos. Sin embargo, igual que en la vida offline, hay circunstancias que se pueden traducir en problemáticas si no se tienen las herramientas adecuadas para afrontarlas. Información racista, violenta, discursos de odio, ciberacoso o adicción son algunas de ellas.
Por ello, desde 1997 se celebra cada año el seis de febrero el Día Internacional de Internet Segura. Una cita que busca impulsar, educar e informar sobre el uso responsable y crítico de la red. Aprovechando este día, en Cuadernos de Pedagogía hemos preguntado a tres expertos cómo se relacionan los niños, niñas y adolescentes con la red. También cómo se puede hacer para llevar a cabo un uso correcto lejos de las malas prácticas.
Para Selma Fernández, coordinadora de programas de la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil (FAPMI) y licenciada en psicología, los menores de edad no la utilizan de forma segura. «El problema es que se enfrentan a determinados riesgos para los que no están preparados. Les faltan herramientas», cuenta.
Mabel Tarabilla, responsable de programas de participación infantil y de adolescentes en la Plataforma de Infancia, habla por ellos y cuenta que no se sienten seguros a la hora de navegar. «Cuando comentamos este tema con grupos nos trasladan que tienen que activar muchas alertas. Porque las páginas y las plataformas no ofrecen toda la información que deberían y porque no hay espacios donde puedan acudir si necesitan ayuda. Saben que hay teléfonos, pero no la protección en el momento».
Por su parte, Jorge Flores, director de Pantallas amigas, cree que no suele ser general que la usen de forma segura. Y pone ejemplos: «Hay muchas cuestiones relacionadas con la seguridad y la privacidad que no cuidan en exceso. Como las prácticas básicas de ciberseguridad de doble autorización o de tener cuidado donde se pincha».
Hablemos de malas prácticas online: el ciberacoso, el grooming, el sexting o la adicción
«En internet se puede llegar a más gente. Todo se magnifica, pero no es algo nuevo: son las mismas prácticas que en el mundo offline»
El propio Javier Flores señala que en internet hay contenidos nocivos que son una fuente de peligro para los adolescentes porque pueden no estar lo suficientemente preparados para ellos. Malas prácticas como el ciberacoso, el grooming, el sexting y un largo etcétera que pueden llevarles a sufrir violencia.
«Y por supuesto el uso adictivo, que llevará cada vez a más tiempo de uso, a desatender las obligaciones personales, a tener conflictos en el hogar, la baja autoestima y al nerviosismo si no se tiene acceso a las tecnologías, entre otras. Son muchos los problemas», añade.
Selma Fernández, quien trabaja específicamente en FAPMI en la prevención de violencia sexual online y las consecuencias derivadas de ello, explica las consecuencias del grooming —la captación de menores a través de internet con fines de abuso y explotación— y de otras prácticas cada vez más comunes como el sexting —el envío de imágenes con contenido sexual—.
«A priori pueden empezar a hacer esto sin ninguna intención, el problema es cuando acaban en malas manos. Incluso llegan a ser motivo de extorsión. También se pueden encontrar con otras problemáticas como los contenidos inapropiados: pornografía, violencia de todo tipo… contenidos para que no están preparados para ellos y que les puede conllevar un impacto negativo en su bienestar», sostiene.
Del malestar habla también Mabel Tarabilla, quien apunta que ellos usan internet de la manera que pueden. «Les afecta creándoles malestar, incluso queriendo dejarlo. Pero eliminarlo no es la solución porque a día de hoy es una herramienta muy útil. Igual que hacemos con películas, las webs también pueden marcar si las pueden utilizar o no. Las tecnologías no son malas, es malo el uso que puedan hacer algunas personas».
A esto, añade que en el entorno online las malas prácticas agravan el impacto. Algo que se debe a la condición propia de internet. «Por sus características de ubicuidad y anonimato, pueden llegar a favorecer que estas conductas impacten con mayor intensidad sobre los chicos y chicas. También les puede afectar más la difusión, ya que en internet se puede llegar a más gente. Todo se magnifica, pero no es algo nuevo: son las mismas prácticas que en el mundo offline».
La solución está en la educación. También de los padres
Para evitar estas malas prácticas, los tres expertos sostienen que una de las piezas clave es la educación. Una acción que según Selma Fernández debería hacerse a través de una estrategia integral. «Es decir, incorporando la perspectiva de la infancia y la adolescencia en todas las actividades que llevemos a cabo para que los jóvenes se empoderen. También trabajando con las familias y los profesionales que están en contacto con ellos. Y que todo esto se complemente con las administraciones que regulen prácticas responsables y las empresas tecnológicas. Tiene que ser trabajo conjunto».
Mabel Tarabilla transmite lo que opinan los jóvenes de la Plataforma de Infancia, que no es otra cosa que formación para todo el mundo. «También en todo lo relativo a la seguridad y al uso de los datos. Para ello es importante que la información que transmite cada página o aplicación se entienda. Y formar a las familias, porque no es solo el control parental. Más allá de que lo intenten hacer lo mejor posible, tienen que aprender a usarlas de manera responsable para que los hijos lo puedan replicar».
En la misma dirección apunta Jorge Flores, quien expone que otra de las claves sería conseguir que se conviertan en usuarios/consumidores de internet y que lo hagan de forma consciente y crítica. «Es decir, que se den cuenta de lo que están haciendo y sepan si realmente lo quieren hacer», cierra.