Ir a www.aranzadilaley.es

Pensar de forma creativa

Pellicer Iborra, Carmen

Cuadernos de Pedagogía, Nº 532, Sección Editorial, Junio 2022, Wolters Kluwer

Carmen Pellicer

Directora

Hace poco más de un año, la revista científica Molecular Psychiatry (Nature) recogía en sus páginas un estudio, en el que han participado científicos de las Universidades de Granada (UGR) y Washington de Saint Louis (Estados Unidos), con la colaboración de investigadores del Young Finns Study en Finlandia y de Corea y Alemania, que identifica por primera vez 267 genes relacionados con la creatividad y que diferencia al Homo Sapiens del Homo Neanderthalensis (Neandertal) y del chimpancé. Este descubrimiento sostiene que estos nuevos genes fueron clave en la evolución de la creatividad, la autoconciencia y la cooperatividad, lo que supuso una ventaja para el humano moderno frente a los homínidos extinguidos hoy, ya que le aportó mayor resistencia al envejecimiento, las lesiones y la enfermedad.

Este hallazgo, resultado de una investigación interdisciplinar que reúne la Inteligencia Artificial (IA), Genética Molecular, Neurociencias, Psicología y Antropología, apunta que esas diferencias genéticas relacionadas con la creatividad fueron las que permitieron a los Sapiens relegar a los Neandertales en el pasado. Fue la creatividad, según esta investigación, «la que pudo haber alentado la cooperación entre individuos para promover el éxito de sus descendientes y su comunidad, permitiendo la innovación tecnológica, la flexibilidad de comportamiento y la disposición exploratoria necesarias para permitir que el Homo Sapiens se expandiera por todo el mundo con más éxito que otros linajes humanos». Y esto va mucho más allá de las habilidades artísticas.

Pensar de forma creativa tiene varios momentos bien definidos, como lo recoge un autor que ha investigado mucho sobre qué lleva a las personas a sacar de lo más profundo corrientes o flujos que le implican con intensidad en los proyectos vitales. En un ensayo cuyo título ya es muy sugerente, «La inspiración creativa: La dimensión social de un momento solitario», Mihály Csíkszentmihályi propone tres:

• ✓ Un tiempo de preparación de la actividad, que entraña considerar el problema o desafío desde ángulos diferentes, y en profundidad. Supone tener un conocimiento previo y habilidades relevantes a las cuestiones que manejamos.
• ✓ Un tiempo de «incubación», en el que tienes que pararte a pensar en profundidad sobre todos los matices, y te das tiempo para que tu mente pueda elaborar todo lo que sabes. Buscar nueva información, mirar de forma diferente lo que ya sabías, introducir elementos de sorpresa, observar las reacciones, imaginar posibilidades y consecuencias... Todo ello ayuda a generar nuevas perspectivas sobre las cosas que creíamos conocer.
• ✓ El momento final de inspiración y de brillo, y que erróneamente se atribuye a una casualidad sin esfuerzo, pero que no es posible sin los tiempos anteriores. Da una nueva comprensión de las cosas y produce lo nuevo, lo diferente, lo sugerente, lo innovador.

Entonces, cuando decimos que queremos entrenar hábitos creativos en nuestro alumnado, ¿a qué nos referimos exactamente? ¿qué es bueno en las actividades plásticas y en la presentación de sus trabajos? o ¿qué es original en sus planteamientos? o ¿qué tiene mucha imaginación? Posiblemente es una mezcla de todos esos elementos. La creatividad no consiste en ser geniales pintando al óleo o componiendo melodías musicales. Implica abrir nuevas perspectivas y considerar las situaciones y los desafíos de formas diferentes y novedosas en todas las facetas de la vida. Está vinculada pues, a la imaginación, a cómo usamos los ojos de nuestro interior y viajamos con ellos en el tiempo y en el espacio. Pero también está vinculada al saber objetivo sobre la realidad que nos rodea y sus entresijos y paradojas que provocan esa desazón que te lleva a indagar más y más allá de lo obvio o lo evidente. Como docentes nos interesa especialmente encontrar las claves que nos permiten saber cómo provocar experiencias que permitan:

• 1. Percibir con profundidad la vida y desarrollar la capacidad de observar contemplativamente la realidad y captar los detalles más sorprendentes, las conexiones y las cosas que no tienen explicación evidente, y formularse preguntas e hipótesis sobre lo que se ve y lo que hay detrás de lo que se ve.
• 2. Generar una visión mental de las cosas que no se ven de forma inmediata, bien porque pertenecen a experiencias pasadas, o porque requieren anticiparse a lo que puede ocurrir a continuación. Esto es situar las experiencias en la cadena de acontecimientos que la rodean.
• 3. Provocar la narración y la expresión de la interioridad, las ideas, los sentimientos, y los significados subjetivos a través del lenguaje verbal y los lenguajes simbólicos no verbales como las metáforas, las imágenes, la música o la imagen que permitan una comprensión más profunda de la realidad.
• 4. Transcender lo que se ve a primera vista, ir más allá, extender el conocimiento, explorar nuevas posibilidades, variar los planes, mostrar originalidad de forma espontánea, aventurarse venciendo el miedo a lo desconocido, asumir riesgos de forma responsable.
• 5. Perseverar y perseguir las ideas hasta verlas realizadas, vencer las dificultades y comprometerse con lo que se quiere alcanzar, manteniendo la tensión y el esfuerzo hasta perfeccionarlo.
• 6. Desarrollar habilidades manuales, manejando y transformando la información, utilizando herramientas, materiales, espacios y tiempos de formas no habituales para resolver con eficacia las dificultades que se encuentran en el camino.

En 2006, Ken Robinson, pedagogo británico, asesor en el ámbito educativo para distintos gobiernos y nombrado Sir por Isabel II de Inglaterra en 2003, sentenció, en una famosa charla TED, que la escuela «mata la creatividad». Este experto defendía la necesidad de potenciar la creatividad en el entorno escolar, en lugar de centrarse exclusivamente en el conocimiento académico y, sobre todo, al éxito en los exámenes. Robinson opinaba que solo una educación para la creatividad conseguirá que cada ciudadano descubra el tesoro que esconde, ya sea en humanidades, artes, ciencia o en el deporte. Además, decía que educamos a las personas alejadas de su capacidad creativa: «Cuando los niños llegan a ser adultos han perdido esa capacidad; se han convertido en personas temerosas de equivocarse. Son miles los músicos, pintores, científicos, bailarines, historiadores, empresarios, cocineros o ingenieros que nunca llegaron a serlo porque la creatividad ha sido infravalorada, ignorada o castigada en la cultura occidental y especialmente por nuestros sistemas educativos» … Pero siempre he creído que Robinson se equivocaba con una visión tan negativa de la educación formal. Es falso que sólo algunas personas pueden ser creativas o que la escuela mata la creatividad. La matan la ignorancia y también el aburrimiento. La creatividad se aprende y se estimula, aunque es verdad que algunos niños destacan por ser curiosos e inquisitivos, que tienen capacidad de relacionar todo tipo de conocimiento sin ajustarse a patrones establecidos de antemano. Ser flexibles en la forma de abordar las cuestiones ayuda a la creatividad, pero la pereza y la falta de perseverancia en las tareas son enemigas de ella. Y la creatividad es una tarea social en muchas facetas de la vida. A diferencia del mito del genio creador solitario esperando la inspiración de las musas, la tarea creativa es principalmente social, recuerda Csíkszentmihályi, porque necesita del conocimiento acumulado por los otros y de su experiencia. Esa es tarea de las escuelas. No creamos de la nada, sino que construimos a partir de procesos complejos que llevan esfuerzo y colaboración: «La creatividad es un 99% de transpiración y 1% de inspiración», decía el autor. ¡Más sudores y menos musas!

Las buenas escuelas son aquellas capaces de convertir el curriculum en sabiduría compartida, estimular las búsquedas personales, entrenar los hábitos del rigor y la perseverancia, y despertar las pasiones por la vida y el saber que empujan a las mentes de los alumnos más allá de los límites de lo previsible. ¡Claro que necesitamos a las escuelas como incubadoras del genio que cada niño lleva dentro! Sin ellas, solo unos pocos podrían brillar mientras el mundo se perdería a todos los que hay que enseñar a volar. Esto supone introducir en nuestra didáctica algunas claves que pueden contribuir a lograrlo. Termino sugiriendo algunas:

• ✓ Proponer conocimientos en profundidad sobre algún campo del saber que despierte su interés. El conocimiento superficial de las cosas no genera novedad. Podemos aprovechar algunas de las cosas que estudian para realizar visitas, googlear con ellos sobre el tema, ver reportajes, usar la cámara de fotos de formas diferentes....
• ✓ Estimular el planteamiento de preguntas creativas. La curiosidad, el interés y la estimulación para buscar los aspectos desconocidos ayudan a despertar el pensamiento creativo. Más que preguntarles nosotros sobre lo que hacen, invitarles a que nos pregunten sobre las cosas, y tomarnos tiempo para explicárselas en profundidad.
• ✓ Encuentros con personas relevantes, expertas o implicadas en las actividades creativas, con tiempo para que se produzca narración compartida, y los adolescentes puedan preguntar, admirar y contemplar la actividad y el producto de la creación. No es lo mismo ver un museo que observar de cerca como se pinta un cuadro. Tampoco es lo mismo observarlo, que probar a crearlo uno mismo. Los encuentros significativos con personas creativas son más ricos si conllevan la oportunidad de involucrarse en el proceso creador. No es lo mismo ver hacer un pastel, que cocinarlo y decorarlo a medias.
• ✓ Tiempos para «incubar» las ideas. Las actividades individuales que permiten que la voz interior del adolescente divague o se ensimisme en sus propios pensamientos, y le dé vueltas a las cosas es imprescindible. Algunos momentos rutinarios, sin las múltiples pantallas encendidas, requieren algo de atención y permiten que la mente divague.
• ✓ Oportunidades y lugares para plasmar su inspiración. Dejarles que pinten o decoren el aula, que organicen a su estilo los proyectos de trabajo, que diseñen el itinerario de una excursión, o se encarguen del reportaje fotográfico del porfolio de evaluación de una actividad del centro. Oportunidades, tiempos y recursos para que nos sorprendan y asuman nuevas responsabilidades, un voto de confianza, sin tanto miedo a que no salga como nosotros lo teníamos previsto. Escribir también es expresarse de forma creativa. Los diarios, los blogs y los espacios personales en las redes sociales ahora cobran más fuerza y más importancia, y les ayudan a narrarse a ellos mismos.

Conocedores de la importancia que tiene la creatividad en las personas porque, gracias a ella, tomamos mejores decisiones, innovamos en nuestra realidad, encontramos respuestas a muchos de nuestros problemas diarios y alcanzamos logros, hemos propuesto adentrarnos en ella y las posibilidades de estimularla en las aulas. Este número de Cuadernos de Pedagogía, titulado Pensamiento creativo en el aula y coordinado por Henar Rodríguez, psicopedagoga y especialista en procesos socioculturales del aprendizaje, cuenta con distintos autores y autoras que nos adentrarán en este fantástico mundo. Porque ser creativo es inherente al ser humano y ¡hay que practicar!