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Mercedes Mateo Díaz: «La educación es el factor generador de oportunidades para resolver el problema de la desigualdad»

Especialista en educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

Carmen Pellicer

Directora de Cuadernos de Pedagogía

Cuadernos de Pedagogía, Nº 517, Sección Entrevista, Febrero 2021, Wolters Kluwer

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se fundó en 1959 y es una de las principales fuentes de financiación a largo plazo para el desarrollo económico, social e institucional de América Latina y el Caribe. En esta entrevista recogemos las opiniones de su especialista en Educación, quien lidera una amplia iniciativa para repensar la educación y fortalecer los ecosistemas de aprendizaje para equipar a los individuos con habilidades del siglo XXI. Como especialista coordina la investigación, diseño, ejecución y evaluación de proyectos innovadores en educación. Su trabajo cubre diferentes ámbitos de la política social con un énfasis en desigualdad.

The Inter-American Development Bank (IDB) was founded in 1959 and is one of the main sources of long-term financing for the economic, social and institutional development of Latin America and the Caribbean. In this interview we collect the opinions of its Education specialist, who leads a broad initiative to rethink education and strengthen learning ecosystems to equip individuals with 21st century skills. As a specialist, she coordinates the research, design, implementation and evaluation of innovative projects in education. Her work covers different areas of social policy with an emphasis on inequality.

Aprendizaje. Calidad. Equidad. Transformación. América Latina. Caribe. Educación. Habilidades. Siglo XXI. Disrupción.
Learning. Quality. Equity. Transformation. Latin America. Caribbean. Education. Skills. 21st Century. Disruption.

¿Qué hace una institución como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el fomento de la Educación?

El BID es un banco de desarrollo que ofrece a los países apoyo financiero y asesoría no financiera o técnica para encontrar soluciones a los principales desafíos de desarrollo que tienen. En ese contexto, cuando proporcionamos préstamos, lo hacemos acordando con el país receptor unos objetivos de desarrollo o un proyecto de inversión en un sector específico. Uno de esos sectores que entendemos como decisivo es el desarrollo del talento, el desarrollo del capital humano, visto tanto desde el lado más tradicional, de la educación básica, vocacional y terciaria, como del mercado laboral asociado a procesos de formación continua que hoy, en el siglo XXI, se han vuelto más importantes que nunca. Porque ya no vamos a estar aprendiendo como antes, donde estaban claramente definidas las etapas en el ciclo de vida: etapa de aprendizaje, de trabajo o de contribución económica, y la etapa del retiro. Ahora, esas etapas se han entremezclado y vamos a estar aprendiendo a lo largo de toda la vida y reconvirtiéndonos o reinventándonos más que nunca. En este sentido, como institución multilateral, tenemos un rol clave de apoyo a los procesos nacionales de transformación educativa, pero también tenemos un papel regional. Somos una correa de transmisión de información, de experiencias, de lo que está pasando en diferentes países de la región, de países que aprenden unos de otros, y aprenden también de lo que está pasando fuera. Trabajamos con los países en esa generación de conocimiento para lograr procesos transformadores que cambien vidas y, en este caso en el ámbito educativo, pero también en otros como agua y saneamiento, infraestructura, cambio climático, transporte, salud, etcétera.

El rol que ejerces dentro del BID te ha permitido conocer Latinoamérica en profundidad. Si echamos la vista atrás diez años, ¿cuáles son los hitos de avance en la región? ¿Qué es lo que ha cambiado en la educación?

En las últimas décadas, América Latina y el Caribe avanzó mucho en la expansión del acceso a la educación y esto ha sido un elemento muy positivo. Pero donde todavía existe una deuda importante es en calidad, relevancia y equidad. Estos factores se han resentido durante este último año con la aparición del Covid-19 que ha generado una disrupción importante en los procesos que estábamos llevando a cabo y que ha puesto en jaque a todos los sistemas educativos de la región con la excepción de Uruguay, muy probablemente. Me atrevería a decir que la excepcionalidad uruguaya ha sido lo más positivo que ha pasado en LATAM.

La transformación educativa llevada a cabo por Uruguay se inició con la creación del Plan de Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea, conocido como Plan Ceibal. En poco más de una década, se generaron las herramientas, las conexiones en términos de conectividad, para todos los ciudadanos, no sólo estudiantes. También el acceso a medios digitales, tanto dispositivos como plataformas de aprendizaje, etcétera. Y no solo se ofrecieron herramientas digitales para aprendizajes tradicionales, sino que se reforzó el aprendizaje de habilidades digitales que, como sabemos, son esenciales en la actualidad.

Lo que ha sucedido en Uruguay se ha puesto en valor todavía más en el contexto de la actual pandemia, donde de pronto la educación tradicional se ha desplazado de forma forzosa a un modelo de educación remota y híbrida. El hecho de que Uruguay dispusiera ya de infraestructura tecnológica y un mínimo de plataformas para poder llegar a los estudiantes que se quedaban en casa por el virus, ha reforzado su modelo educativo.

«América Latina ha hecho un gran esfuerzo en las últimas décadas por extender la cobertura educativa, el acceso a la educación»

Pero volviendo a la pregunta más general. Creo que sí, América Latina ha hecho un gran esfuerzo en las últimas décadas por extender la cobertura educativa, el acceso a la educación. Los grandes desafíos que tiene por delante son la calidad, la relevancia de los aprendizajes y la equidad. Es decir, que la educación se convierta en un nivelador de oportunidades entre los jóvenes de bajos ingresos y aquellos de ingresos más altos. Un trabajo arduo si tenemos en cuenta que América Latina es el continente más desigual del mundo.

En tu trayectoria profesional, el tema de la desigualdad te ha preocupado siempre. Nosotras nos conocimos en Perú. Personalmente, en mi experiencia de América Latina, me impresiona siempre el aprecio social por la educación. Cómo la gente más sencilla realmente aprecia el que sus hijos e hijas puedan aprender. Este valor social de la educación siempre me ha parecido sorprendente. ¿Cómo puede contribuir la educación a superar la desigualdad social que es uno de los grandes problemas?

La educación es la clave. Pensemos en esto: ¿qué diferencia fundamentalmente a una persona de bajos ingresos y una persona de altos ingresos? En América Latina, cuando dos personas se encuentran y quieren ubicarse socioeconómicamente, regularmente la primera pregunta que se hacen es a qué escuela fuiste. Es decir, que la educación no es que sea solo uno de los factores que contribuyen a la desigualdad, es que es EL «factor» diferenciador. La escuela a la que fuiste cuenta, en la mayoría de los casos, la historia de tus orígenes familiares, y sabemos que esos orígenes, en contextos de alta inequidad predice tu futuro que será muy similar al de tus padres. Si no has tenido la suerte de nacer en una familia con estudios superiores donde te han apoyado cognitiva y no cognitivamente en tu desarrollo personal y profesional; sí, además, esos padres, por el nivel socioeconómico que tienen, no tienen acceso a una red de contactos que te facilite la información y las conexiones para acceder a una buena educación o a un buen empleo, entonces, debería ser el colegio el que genere esas oportunidades.

Esta generación de oportunidades se puede valorar desde un punto de vista de derechos. Pero, independientemente del argumento de equidad y justicia social, que es fundamental por el valor democrático que tiene, también existe un tema práctico de utilidad. Cuando se desaprovecha el 50%, 60% u 80% del talento que tiene una sociedad, disminuyen las probabilidades de crecimiento, de innovación, de cambio y, además, como recoge el último informe del Foro Económico Mundial, disminuye la resiliencia a choques externos de los países. Y la resiliencia es altamente dependiente de la capacidad de movilidad social que tienen los individuos, porque la inequidad es un lastre que limita la flexibilidad y la capacidad de adaptación no sólo para la persona que lo sufre sino para la sociedad en su conjunto.

«Cuando se desaprovecha el 50%, 60% u 80% del talento que tiene una sociedad, disminuyen las probabilidades de crecimiento, de innovación y de cambio»

Las sociedades que quieran innovar, competir en un mercado global, tienen que añadir valor a su mano de obra. Cuanto más mano de obra poco cualificada tengas, menos resiliente eres. Cuantos más jóvenes abandonen la escuela y el proceso formativo, menos probabilidades hay de que puedan reconvertirse en un contexto de transformación debido a la digitalización y a la cuarta revolución industrial. No hay duda de que la educación es clave para crear sociedades resilientes y adaptadas a las necesidades del siglo XXI.

En América Latina el porcentaje de abandono escolar es del 50% antes de iniciar Secundaria. En España sin alcanzar estos niveles, el 17,3% no sigue formándose tras finalizar Secundaria, siendo el país de la UE con mayor tasa de abandono escolar. ¿Qué se está haciendo mal en el mundo de la educación para que los jóvenes abandonen los estudios?

En el BID trabajamos para las poblaciones vulnerables en América Latina. En estos entornos, cuando visito las escuelas y veo a los niños y a los jóvenes sentados en esas aulas, no me pregunto por qué abandonan, sino cómo siguen teniendo la fuerza diaria de volver a las aulas a pesar de las condiciones en las que están. Tienen una infraestructura precaria. Y si hablamos de tecnología, que es clave, recuerdo una frase de Miguel Brechner, que fue el primero al que oí hablar de conectividad y del acceso a infraestructura tecnológica como un derecho, que decía: «nadie se cuestiona hoy en día que la electricidad es necesaria para el funcionamiento de cualquier escuela; lo que no puedo entender es cómo hoy, en el siglo XXI, alguien dude que la conectividad sea un elemento necesario del espacio escolar».

El otro componente clave en el abandono escolar es la falta de motivación por la baja calidad de los aprendizajes y la poca relevancia de lo que aprenden para el trabajo y la vida en general. Detrás de esto está la falta de preparación de los docentes para dar respuesta a las necesidades de la era digital, para el uso de plataformas digitales para enseñar conocimientos y habilidades tradicionales básicas (lenguaje, matemáticas, o ciencias), y las que son críticas en el siglo XXI (digitales, cognitivas avanzadas como pensamiento crítico, socioemocionales), y para permitir aprendizajes mucho más personalizados y adaptados a las necesidades de cada estudiante.

Coincidimos en el lanzamiento de la Coalición que promueve la Iniciativa de Habilidades del Siglo XXI liderada por el BID, que ha reunido diferentes socios del sector público y privado. ¿En qué consiste esta Coalición?

En octubre 2019, el BID impulsó una coalición de actores clave a nivel regional para el desarrollo de habilidades del siglo XXI con el objetivo de transformar la educación.

La educación tradicional ponía el acento en el conocimiento, la memoria y la enseñanza de procedimientos repetitivos que funcionaban en un sistema de producción del siglo pasado, pero no en el actual. Hoy las máquinas reemplazan cada vez más a las personas en los trabajos rutinarios. Por eso, debemos enfocarnos en los que nos hace humanos, en lo que nos diferencia de la máquina. Esto quiere decir, que la forma en la que hemos venido estructurando nuestros sistemas educativos tiene que cambiar, no solo en el cómo, sino también en el qué. Y no es una transformación residual, sino central, que tiene que refundar qué estudia el alumnado, cómo lo estudia y para qué. Esto requiere modificar la forma en la que hemos venido generando aprendizajes hasta ahora desde la base. Todo un reto.

Hay países que han invertido en transformar la educación desde hace décadas como Corea del Sur, Finlandia, Estonia. En América Latina, Uruguay también ha sido uno de esos países que lleva más de una década invirtiendo en esa transformación. Somos conscientes de que va a ser una evolución dolorosa y costosa, pero tenemos que hacerla porque cómo se formen nuestros niños y jóvenes no solo va a afectar el mercado laboral y la prosperidad de los países, sino también la calidad de nuestras democracias, el cambio climático, la convivencia social en contextos de sociedades cada vez más diversas.

Inspirados en esa urgencia de transformar la educación en el contexto de América Latina y el Caribe, donde pensamos que la educación está en crisis, generamos una coalición de actores con más de 35 organizaciones del sector privado, público y de la sociedad civil, para fomentar y fortalecer el ecosistema regional. Compartimos el firme convencimiento de que la educación tiene que transformarse, y que todos tenemos la responsabilidad de contribuir a ese cambio. Hoy en día es impensable pensar que el sector público tenga la capacidad humana y financiera para lograr la transformación que necesitamos en un contexto donde los individuos van a tener que formarse a lo largo de toda la vida. Es una responsabilidad colectiva, del individuo, del sector privado, de la sociedad civil y, por supuesto, del Estado para que logremos subir a todos a esos procesos de aprendizaje continuo, y nadie se quede descolgado.

El currículum está muy presente en la Coalición y en vuestro trabajo. Si tuvieras que elegir a nivel personal tres habilidades de esas Skills 21, ¿cuáles serían claves para ti?

Todas las habilidades están muy relacionadas entre sí, por eso es difícil centrarse en una sin hacer referencia a otra. Por ejemplo, una habilidad central es aprender a aprender, pero es difícil gestionar tus procesos de aprendizaje si no tienes capacidad para autorregularte, que es otra habilidad importante.

Las habilidades digitales son clave como he venido apuntando a lo largo de la entrevista. A esta añadiría el pensamiento crítico porque en un contexto en el que tenemos un acceso indiscriminado a cantidades ingentes de información es fundamental, no solo por el impacto profesional sino también social y democrático. Tanto como consumidores como creadores de información en el espacio digital, es fundamental que la gente tenga la capacidad de pensar críticamente, de analizar los datos que lee, de valorar las fuentes, y de reproducir en redes sociales información que ha sido filtrada y leída con ese sentido crítico.

Otra habilidad clave es aprender a aprender o learnability (en inglés), que está detrás del aprendizaje continuo a lo largo de la vida. Además, es una habilidad que está muy relacionada con otra de las habilidades que se recogen en el gráfico, que es emprendimiento. Pero entendido este, no como la capacidad de generación de un negocio o empresa sino como la habilidad de conducir tu vida y carrera profesional, y saber reinventarte cuando cambian las circunstancias externas, adaptarte y reconducirte.

Si me pidieras otra más, escogería ciudadanía global, relacionada con los temas de ética, respeto, capacidad para aceptar la diferencia, la diversidad, y capacidad de empatía por la situación del otro.

¿Están los profesores de LATAM preparados para abordar este nuevo currículum del siglo XXI? ¿Cómo ves el desarrollo profesional docente en la región?

En los próximos años vamos a tener que hacer una inversión muy fuerte para apoyar a los docentes a adaptarse a la nueva realidad. La actual pandemia ha expuesto al docente a una situación para la que no estaba preparado. Y cuando hablo de falta de preparación o de medios, no me refiero solo a la falta de preparación para trabajar con nuevas tecnologías, administrar o impartir nuevos aprendizajes, sino también a la falta de preparación para gestionar la situación socioemocional que viven los chicos y los jóvenes de las familias con las que están trabajando. Hay un desafío enorme en este sentido.

Creo que, también, es fundamental abrir espacios a actores no tradicionales que pueden ayudar en este proceso de transición en el que pasamos de un modelo a otro para cubrir todas las necesidades que están surgiendo. En estos momentos, la carga recae sobre un sistema que no está preparado para responder a las necesidades actuales y que a nivel micro se sustenta en los docentes.

Has hablado en varias ocasiones sobre el efecto covid-19 en esta situación. ¿Crees que aprenderemos la lección?

Quiero creer que sí porque no tenemos otra opción. Mi sensación es que no hay marcha atrás, sé que hay voces más pesimistas que opinan que, una vez que pase la actual crisis, la siguiente etapa no va a ser en positivo, sino que va a ser una versión descafeinada de lo que teníamos antes. Si esto fuera así, la situación en la región de América Latina sería dramática, dado que la generación de empleo que pueda haber no se va a cubrir con los niños y jóvenes que están hoy en el sistema educativo. Muchos de ellos, con la pandemia, han perdido uno o dos años de aprendizaje con relación a los chicos de más altos ingresos, con lo cual van a quedar descolgados. Esta circunstancia podría generar tensiones sociales de difícil manejo. Así que no, no hay opción….

¿Cuál es el impacto en la región sobre la desigualdad de género?

La pandemia ha tenido un impacto particular en las mujeres, pero más allá del covid-19, la cuarta revolución industrial ya estaba afectando en las mujeres debido a que establece un premium a las habilidades STEM por la importancia de la digitalización, de las habilidades cognitivas avanzadas y del siglo XXI. En este sentido, la cuarta revolución industrial y el coronavirus, como acelerador de esos procesos que hemos hablado a lo largo de esta entrevista, son un plus sobre condiciones no óptimas que ya tenía la región de inequidad. Pero no solo en temas de género, sino también sobre grupos indígenas u otros sectores que también viven en situaciones de inequidad.

En el actual contexto, es imprescindible invertir en la formación STEM de las mujeres y asegurarse de que acceden a más y mejores empleos. La región ya partía de un contexto en el que más mujeres estaban inactivas en el ámbito laboral o realizando trabajos de peor calidad y peor remunerados que los hombres. A esto hay que sumar que las mujeres han sufrido más los efectos del virus porque son un sector con una elevada presencia, tanto en el ámbito sanitario como en el de la educación, con lo cual han sido un grupo de riesgo.

«La forma en la que hemos venido estructurando nuestros sistemas educativos tiene que cambiar, no solo en el cómo sino también en el qué»

Además, América Latina y el Caribe tiene también altas tasas de violencia de género, una situación que, durante los confinamientos, ha originado que las víctimas se hayan mantenido encerradas junto a sus maltratadores.

Y, por último, esta pandemia sanitaria ha afectado de manera sobresaliente a las mujeres porque ha supuesto más presión para ellas por el cierre de escuelas y el aprendizaje remoto, lo que ha provocado un incremento de sus niveles de ansiedad y estrés. Ha habido una dimensión clara de género a la que también habría que responder dentro de las medidas que se incluyan poscrisis.

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