Trauma. Adversidad temprana. Dificultades. Aprendizaje. Adopción. Escuela
Trauma. Adverse childhood. Learning difficulties. Adoption. School
«La escuela no ha de ser para todos, ha de ser para cada uno. Ha de ser exclusiva para cada niño, que cada uno la sienta como suya»
Francesco Tonucci
¿Qué es el Trauma por Adversidad en la Infancia Temprana (TAT)?
La infancia temprana es el período comprendido entre la gestación y los primeros 5 años de vida. Es el período más intenso de desarrollo cerebral de todo el ciclo de vida, y por tanto la etapa más crítica del desarrollo humano. Durante este período se pueden vivir experiencias traumáticas como resultado de desastres naturales (hambrunas, terremotos, etc.) o accidentes. Los niños pequeños también pueden experimentar estrés traumático debido a sufrimiento fetal durante el parto, nacimientos prematuros, periodos en la incubadora, procedimientos médicos dolorosos o invasivos, ingresos hospitalarios largos, muerte repentina del cuidador principal o un miembro de la familia, abandono, maltrato, abusos, etc.
Cuando los menores de 5 años experimentan experiencias traumáticas o son testigos de eventos traumáticos, con frecuencia se piensa que son demasiado pequeños para entender y que, por tanto, no hay necesidad de tener en cuenta estas experiencias en su futuro. Sin embargo, las investigaciones demuestran que los niños pequeños se sienten afectados por acontecimientos traumáticos, incluso aunque no entiendan lo que está ocurriendo. (Marga Muñiz Aguilar).
«Los sucesos que hayan podido sufrir los niños en ese período crítico de su vida condicionarán su desarrollo y les harán ser más vulnerables» ante los tropiezos cotidianos con el sistema educativo, porque el trauma temprano interfiere en el desarrollo y provoca un cambio de un cerebro «focalizado en aprender» a un cerebro «focalizado en sobrevivir.» (Ford, 2009), por lo que tienen más probabilidades y riesgos de fracaso escolar y más conflictos relacionales que sus iguales
«Los docentes deben ayudarle a organizar su cerebro y sus emociones, sintonizar con él, averiguar lo que le está pasando en realidad, y actuar de manera adecuada»
¿Por qué no es fácil detectar el TAT?
Las dificultades que presenta un alumno o alumna que ha padecido TAT son una expresión de sufrimiento y de «daño sufrido que resulta invisible a ojos que no conocen su historia». Estos niños arrastran consigo unas circunstancias previas que son las que los hacen tan vulnerables y por eso hay que estar predispuestos a ayudarles. Y hay que estar muy preparados, ser conscientes y conocedores del problema, de que existe y de lo que significa.
La escuela es uno de los lugares donde más se pone de manifiesto ese daño de mil formas y maneras que podrían confundirse con rebeldía, pereza o mal comportamiento y que son reflejo del daño que ese alumno ha sufrido, por lo que tiene unas necesidades específicas que si son atendidas o tenidas en cuenta pueden ayudar a mejorar ese daño. Es, en el peor de los casos, cuando existe un trauma severo sin evidencias físicas, cuando podríamos incluso hablar de una discapacidad invisible. A veces puede parecer que son como los demás, porque las heridas son invisibles. Si tuviera la cara llena de morados y cicatrices, o presentara algún rasgo físico o sensorial evidente, no nos costaría tanto darnos cuenta de que están dañados. Jorge Barudy, psiquiatra experto en neurobiología del trauma, denominó a los niños traumatizados con la expresión «el dolor invisible de la infancia.»
Retrato del TAT
«Los profesionales de la educación han de empezar a saber distinguir esos signos que resultan a veces difíciles de detectar para no ser injustos» con expectativas y demandas que pueden estar fuera de las posibilidades de estos alumnos que no tienen la culpa de haber sufrido un pasado difícil que les pone en una gran desventaja con sus compañeros.
Un retrato general de los problemas que afectan a estos menores (tendremos que evaluar cada niño para descubrir qué áreas y en qué medida están afectadas) sería el de menores con muchas dificultades para regular sus emociones e impulsos, para confiar en los demás, para experimentar seguridad (sin seguridad no hay aprendizaje), para mantener sus propósitos y ejecutar funciones (ordenar, planificar y secuenciar sus acciones), para aprender (cuando el cerebro está tan ocupado para sobrevivir desde tan temprana edad, toda la energía se pone al servicio de dicha supervivencia, el desarrollo se detiene y las capacidades mentales no se despliegan) y para establecer relaciones sociales sanas y constructivas (o son muy inhibidos o al contrario, se vuelven disruptivos), principalmente porque sus funciones ejecutivas, que son las responsables de gestionar las funciones cognitivas del cerebro (Barkley, 1997) suelen estar alteradas. Requiere por ello determinados apoyos y atenciones educativas específicas, debido a desórdenes en los procesos cognitivos básicos implicados en los procesos de aprendizaje. Los docentes deben ayudarle a organizar su cerebro y sus emociones, sintonizar con él, averiguar lo que le está pasando en realidad, y actuar de manera adecuada. El alumnado lo primero que ha de aprender es que la escuela es un lugar seguro, y que los maestros y los compañeros no son enemigos sino personas confiables, porque además los desajustes o dificultades importantes, y que más preocupan de estos menores con historias de adversidad, se manifiestan en los «intercambios interpersonales» en las relaciones con los demás, ya que casi todos los hechos traumáticos que sufrieron se produjeron en este contexto relacional y son en esas circunstancias donde permanecen encendidas todas sus alarmas.
Conocer las consecuencias de la Adversidad Temprana en el desarrollo de los niños, saber por qué son desorganizados, dispersos, olvidadizos, impulsivos, y todo lo que se pueda derivar de unas funciones ejecutivas alteradas, puede hacer que cambie el paradigma sobre ellos.
La escuela tiene la posibilidad de ayudarles de una manera formidable por el carácter reparador y el ambiente en el que se educa a los alumnos. «La educación y el aprendizaje tienen un impacto en el cerebro de los niños», «por lo que tenemos que darnos cuenta de que lo que hagan los docentes y educadores está teniendo repercusión, incluso genética, en sus alumnos, porque con la educación se están activando genes que si no estarían dormidos». (J.A.Marina)
«El ser humano cuenta con la resiliencia, con la capacidad de los seres humanos para recuperarse y transformarse tras un trauma»
Además y no menos importante, es que, de igual manera que los niños tienen la huella del daño sufrido en su infancia, el ser humano cuenta con la resiliencia, con la capacidad de los seres humanos para recuperarse y transformarse tras un trauma. De las personas extraemos la energía y los recursos que necesitamos para reponernos y seguir hacia adelante. De los adultos significativos que los sostienen obtendrán los recursos que necesiten para sanar y recuperarse de sus heridas psíquicas tempranas. Pero lleva tiempo, paciencia, muchas dosis de cariño, perseverancia y permanencia: estar al lado de ellos y acompañarlos. (J.L. Gonzalo Marrodán, Compartiendo lo aprendido).
Por tanto, estos alumnos necesitan profesionales que entiendan sus dificultades, que sepan detectarlas y establecer relaciones reparadoras y que les ayuden en su desarrollo con estrategias específicas, por lo que hemos elaborado la «Guía para la detección y ayuda en la escuela de las dificultades de aprendizaje por TAT»
. Se trata de un texto visual y de fácil lectura que puede ayudar a comprender un poco más las dificultades con las que muchos niños han de luchar cada día en el entorno escolar y en casa con las tareas. Quiere divulgar la enorme importancia de conocer las circunstancias de la historia previa de muchos menores, que han sufrido abandono, negligencia o maltrato, incluso uterino, si han estado expuestos a sustancias tóxicas ya desde el vientre materno, y la importancia de plantearse ¿Qué le sucede a este niño? ¿Es un niño problemático o tiene un problema? Simplemente abriendo esa posibilidad y haciendo ese cambio de mirada, el sistema educativo puede empezar a ayudar a esos alumnos y alumnas y ofrecerles los recursos necesarios para que la escuela deje de ser un lugar hostil para todos, los niños, sus familias y los propios docentes.
La Guía es una iniciativa de Adopción Punto de Encuentro y sus autores son el equipo formado por Mercedes Moya Herrero, María Martín Titos, Pilar González Moreno y Daniel Álvarez Santamaría. Cuenta con la supervisión de Juan de Dios Fernández Gálvez, Maestro y Orientador escolar y Profesor Colaborador Extraordinario de la Universidad de Granada y Jesús Domingo Segovia Catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada.
«Estos alumnos necesitan profesionales que entiendan sus dificultades, que sepan detectarlas y establecer relaciones reparadoras y que les ayuden en su desarrollo con estrategias específicas»
Glosario de términos:
Abandono. Se trata de la delegación total de los padres/tutores del cuidado del niño/a en otras personas, con desaparición física y desentendimiento completo de la compañía y cuidado del niño/a.
Conductas disruptivas. Son aquellas conductas del alumno o alumna que alteran la disciplina o convivencia escolar imposibilitando o entorpeciendo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Se caracterizan por una ruptura muy marcada respecto a las pautas de conducta y valores generales o sociales aceptados, que pueden amenazar la armonía e incluso la supervivencia del grupo a través de acciones hostiles y provocadoras que incitan a la desorganización de las actividades interpersonales y grupales.
Función ejecutiva. Es un concepto propio del campo de la neuropsicología que engloba un amplio abanico de habilidades cognitivas dirigidas al logro de una meta y orientadas al futuro. Las funciones ejecutivas básicas son la inhibición de la respuesta, la flexibilidad cognitiva y la memoria de trabajo, y las que derivan de ellas son la planificación y la organización. Las funciones ejecutivas permiten responder a nuevas situaciones y son la base para controlar otros procesos cognoscitivos, emocionales y comportamentales. Son muy importantes para la ejecución de la mayor parte de las actividades diarias del ser humano, principalmente las que involucran la creación de planes, la toma de decisiones, la solución de problemas, el autocontrol y la regulación.
Historia previa. Es la historia personal del niño/a, anterior a la adopción.
Negligencia. Falta de cuidado, aplicación y diligencia de una persona en lo que hace, en especial en el cumplimiento de una obligación
Resiliencia. En psicología es la capacidad que tiene una persona de recuperarse o sobreponerse frente a situaciones adversas.
Trauma. Choque o impresión emocional muy intensos causados por algún hecho o acontecimiento negativo que produce en el subconsciente de una persona una huella duradera que no puede o tarda en superar.
Para saber más
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• BLANCO GUERRERO, C. (2017): Los alfareros de las emociones en niños dañados: adultos artesanos. Adopcionpuntodeencuentro.com
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• BARKLEYR, R.A. (1997): ADHD and TIze Nature of Self-Control. New York: Gujidford Press.
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• BARUDY, J. (1998): El dolor invisible de la infancia: una lectura ecosistemática del maltrato infantil. Ediciones Paidós.
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• GONZALO MARRODÁN, J.L. (2017): Adopción, aprendizaje y escuela. Compartiendo lo aprendido. Editorial Godel.
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• MARINA, J.A. (2011): El cerebro infantil. Editorial Ariel.
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• MUÑIZ AGUILAR, M. (2020): Guía Cuando aprender es volver a empezar. Edición Mercedes Moya.