Inteligencia Articial Generativa. IA. Jóvenes. Sentido Crítico. Criterio. Responsabilidad. Acción. Pasividad. Redes Sociales. Trazabilidad. Algoritmos.
Generative Artificial Intelligence. AI. Young People. Critical Sense. Judgment. Responsibility. Action. Passivity. Social Networks. Traceability. Algorithms.
Hablaban Platón y Sócrates de que, en tiempos de la escritura, los seres humanos podríamos llegar a perder la capacidad de memorizar. Y, probablemente, en sentido estricto, haya ocurrido, pero no de la forma negativa que los filósofos aventuraban sino como oportunidad de avanzar, en la ecología de los libros, en el desarrollo de otras competencias como la síntesis, el análisis, la organización del pensamiento, la investigación sobre otras personas que pensaron sobre lo mismo que nosotros y otras infinitas cualidades cognitivas. Hoy, muchas de estas se ven amenazadas por la Inteligencia Artificial Generativa (IAG), liberando recursos cognitivos para otras cuestiones probablemente más elaboradas. Dicho de otra forma, quizás la principal oportunidad esencial de esta, como el libro, nueva tecnología (la IAG) en educación sea la de empujarnos hacia objetivos más ambiciosos, como el de la creatividad, la formación de criterio, la responsabilidad o la acción concreta en proyectos que mejoren el mundo.
No será si repetimos los vicios de las sociedades actuales, las que nos llevan a vivir, en pleno siglo XXI, infinitos episodios de terrorismo y guerras en países supuestamente evolucionados, tema que parece que no va a mejorar a juzgar por la indiferencia, la pasividad, la apatía, el refugio en las redes sociales, los videojuegos o las infinitas formas de entretenimiento contemporáneo, por parte de unos jóvenes acríticos, deprimidos, ansiosos y casi bloqueados.
La propia psicología humana nos lleva a la pasividad. Una de las sensaciones principales en tiempos de crisis es la sensación de impotencia. La magnitud de los problemas globales puede parecer abrumadora, y muchos jóvenes sienten que no pueden hacer nada para cambiar la situación. La guerra, el terrorismo, en particular, son temas complejos y devastadores que pueden parecer inabordables para individuos jóvenes. En este sentido se aplican, como mecanismo de defensa, o bien la simplificación que nos hace apuntar ciegamente a cualquier discurso extremo o de odio, o bien la distancia psicológica, que nos lleva a ignorar el mundo en que vivimos. Según esta teoría, las personas tendemos a sentir menos empatía o preocupación por aquello que percibimos como lejano, ya sea en términos espaciales, temporales o sociales. Así, los jóvenes pueden sentirse menos afectados por los problemas que ocurren en otras partes del mundo, en el futuro o en otros grupos sociales, y centrarse más en sus propios intereses o necesidades inmediatas.
Es fácil, en una Internet más inteligente y capaz de ofrecer cada día más posibilidades de personalización, de configuración de una dieta informativa a la demanda que seamos capaces de soportar, encerrarse en una burbuja protectora irreal y plagada de anuncios.
La IAG nos proporciona una abundancia de información instantánea, pero no necesariamente nos ayuda a comprenderla o evaluar su validez. Esto puede llevar a la superficialidad en la comprensión de los problemas globales, lo que a su vez fomenta la pasividad. En lugar de buscar la verdad o comprender profundamente un tema, los jóvenes pueden limitarse a aceptar la información generada por máquinas de manera pasiva y cómoda, evitando afrontar la realidad. Dicho en otras palabras, la clave está en no dejar que la inteligencia artificial nos piense, sino en pensar con la inteligencia artificial.
Será posible de mano de varios de los elementos que cobran cada vez más importancia en educación: la resiliencia y educación emocional que permitan abordar la realidad, la responsabilidad, la formación de criterio (la capacidad y disposición de evaluar la información, la conciencia acerca de los sesgos de las tecnologías), la creatividad para buscar alternativas y la toma de acción (reclamando, por ejemplo, cosas como la apertura y trazabilidad de los algoritmos que gobiernan redes y buscadores de IAG y por tanto, son capaces de programar nuestro mundo), resultan ya vitales.
«La magnitud de los problemas globales puede parecer abrumadora, y muchos jóvenes sienten que no pueden hacer nada para cambiar la situación»
Solo de este modo podremos evitar que lo que se automatice con la IAG no sea precisamente la inteligencia sino una pasividad colectiva letal para la humanidad y que solo favorece a los más poderosos.