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Las princesas juegan al ajedrez
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Las princesas juegan al ajedrez

Laura García Martín

Maestra del Colegio Montessori de Salamanca.

Correo-e: laugarciamartin@hotmail.com

Antonio Andrés Laso

Profesor Asociado de la Universidad de Valladolid.

Correo-e: a.andres.laso@gmail.com

Cuadernos de Pedagogía, Nº 456, Sección Experiencias, Mayo 2015, Wolters Kluwer, ISBN-ISSN: 2386-6322

Este grupo de niñas se familiariza con los movimientos sobre el tablero de los peones, las torres, los alfiles, los caballos, la reina y el rey por medio de actividades colectivas lúdicas y participativas con las que ejercitan la memoria y la concentración y desarrollan aspectos cognitivos, afectivos y sociales.

Sobre el tablero, simulando que son figuras, las niñas de segundo de Infantil del Colegio Montessori de Salamanca aprenden los movimientos de peones, torres, alfiles, caballos, la reina y el rey. Es una primera aproximación al ajedrez, que les ocupa todo el curso en el marco de una iniciativa que desarrollamos un colaborador ajeno al centro y la profesora del grupo, por los beneficios que este milenario juego aporta y las ventajas de su aprendizaje en las primeras edades. Pensamos que reflexionar de forma lúdica es un buen planteamiento para desarrollar el talento.

Hace poco más de tres años el Parlamento Europeo aprobó una declaración instando a los Estados miembros a introducir el programa “Ajedrez en la escuela” en los sistemas educativos de la Unión Europa “considerando que, sea cual sea la edad del niño, el ajedrez puede mejorar su concentración, paciencia y persistencia y puede ayudarle a desarrollar el sentido de la creatividad, la intuición, la memoria y las competencias, tanto analíticas como de toma de decisiones”. El periodista especializado en ajedrez Leontxo García (2013) ha señalado también que su práctica implica numerosos procesos de alto nivel: atención, concentración, percepción espacial, memoria, motivación, toma de decisiones, análisis, organización, planificación, cálculo, etc. Destaca que no solo desarrolla la inteligencia pura o cognitiva, sino también la socioafectiva o emocional; es decir, aspectos sociológicos o de comportamiento, como autoestima, motivación, disciplina, adaptación al entorno, buena relación con el profesor, gusto por los estudios, respeto por las normas y sociabilidad. Además, la aplicación de materiales didácticos de ajedrez produce una mejora significativa en la capacidad de cálculo y razonamiento lógico y una mejora metodológica de la enseñanza de las matemáticas.

La corta edad de las protagonistas de esta experiencia nos obliga a acentuar el carácter lúdico, participativo y colectivo de la actividad y a adaptarnos a sus diferentes ritmos y necesidades. Conocer las características evolutivas en su etapa del desarrollo nos ayuda y guía en la programación. Como señala M.ª Enriqueta Granero (2014), nos encontramos ante unas niñas en las cuales predomina el pensamiento intuitivo, imaginario, les gusta observar e investigar y se basan en hechos concretos, aún no simbolizan, es decir, no imaginan jugadas de forma abstracta, necesitan verlas concretamente en el tablero.

Ninguna niña de la clase conoce el juego y solo dos han oído hablar de él. Todas ellas son convocadas a formar parte de algo desconocido y difícil de describir. Para aprender a jugar, debemos estar jugando. Realizamos múltiples acciones para aprender: dibujar, cantar, recortar, pegar, saltar, imaginar, construir, soñar, planificar, improvisar, reflexionar, comer o reír.

Para aprender a jugar, consideramos secundaria la confrontación. Llegará el momento en que al otro lado del tablero estará sentada la adversaria a la que derrotar con un jaque mate definitivo y premeditado. En cambio, consideramos fundamental el desarrollo físico, afectivo, social e intelectual, y damos a la actividad un enfoque globalizador con experiencias significativas y motivadoras. Resaltamos la importancia del juego y las actividades en grupo como recursos educativos para estas edades que potencian diversas formas de comunicación, expresión de sentimientos y emociones, respeto a los distintos puntos de vista e intereses y el aprendizaje en valores.

Cantar al ajedrez

Buscamos algo cercano que nos sirva de punto de partida y motivación (preajedrez). ¿Cómo empezamos? Cantando. Recuerdo una canción infantil conocida por las niñas y recabamos la colaboración del ratón de Susanita que “sueña que es un gran campeón jugando al ajedrez”. Esta canción permite plantear un interesante debate a partir de las siguientes preguntas: ¿A qué juega el ratón de Susanita? ¿Quién sabe cómo se juega? ¿Qué necesitamos para jugar? ¿Os gustaría jugar? Así comienza nuestra fiesta del ajedrez: con un “pre” por delante, en sesiones de pequeña duración (30 minutos) y con mucha distensión.

También construimos un gran tablero (170 x 170 centímetros), en el que caben todas las niñas (y más). Un reto en tamaño que abordamos con su colaboración y en el que se vuelcan (en el sentido literal del término) para confeccionarlo. Una vez hecho y plastificado, queda en un lado del aula dispuesto para las grandes batallas que se avecinan. Luego recortamos fichas de un tamaño considerable (24 centímetros) que pueden colocarse en el gran tablero o colgarse en el cuello como una medalla olímpica.

Con nuestro gran tablero como escenario, saltamos y trotamos como caballos, bailamos como reyes y emulamos torres subidas unas encima de otras. Jugamos al Enredos (pie derecho al blanco, mano izquierda al negro) y utilizamos las filas y columnas como carreteras para coches. A las órdenes del rey y siguiendo la narrativa del cuento El país del ajedrez, colocamos cada ficha en su lugar.

Fomentamos la vocación como médicos y enfermeras, haciendo puzles con las formas de las fichas que tienen que ser recompuestas y mimadas tras quedar dañadas en la batalla.

Conocemos el sabor del ajedrez a la hora del almuerzo. La receta, sencilla: llénese un vasito con capas de nata y chocolate simulando un tablero. Una aproximación deliciosa y diferente al juego.

Ampliamos el vocabulario y curioseamos el significado de las palabras: ¿Sabemos qué significa “alfil”? ¿Cómo buscar el significado de las palabras? ¿Qué es un diccionario? ¿Cómo buscarlo en internet?

Cantamos otras canciones (O te quedará al revés). La colocación correcta del tablero (“la casilla blanca a la derecha”) constituye uno de los logros iniciales que alcanzamos bajo amenaza de quedarnos boca abajo durante una temporada. Divertido y eficaz (“el tablero, el tablero, el tablero de ajedrez…”).

Distinguimos los conceptos geométricos: una casilla tiene forma de cuadrado, con sus cuatro lados y vértices (esquinitas) iguales, pero si unimos dos casillas tenemos un rectángulo, y ¡sorpresa! tres casillas en torre más una al lado forman la letra del nombre de la maestra y de la compañera Laura (movimiento del caballo). También aprendemos lo que es horizontal (a un lado/a otro lado), vertical (arriba/abajo) y diagonal (salimos por la esquinita y seguimos por el camino del mismo color).

Además, visitamos y conocemos edificios singulares de la ciudad, como La Torre del Clavero, que nos permite hacer alusiones a Salamanca que muchas niñas conocen (o desde ese momento desean conocer).

Adentrarse en el tablero

Empezamos a movernos y avanzar en grupo: sobre el tablero aprendemos los movimientos de las figuras. Comenzamos en la casilla de salida con los peones: uno o dos pasitos al principio y luego de uno en uno. Las torres siempre de forma recta, en horizontal (izquierda o derecha) o en vertical (arriba y abajo), nunca en diagonal. El alfil, en diagonal, arriba y abajo, nunca recto. Se producen situaciones curiosas: una diagonal comienza en casilla blanca y finaliza en negra (magia o error). El aspecto de los caballos y la posibilidad de saltar por encima los convierte en su pieza favorita. La reina es percibida como muy poderosa. El rey impone respeto.

Luego lo repetimos sentadas. Ocupan sus sillas y mesas, afrontando el reto de trasladar al mobiliario habitual lo aprendido en el megatablero. Trabajamos en rincones cuatro actividades distribuidas por el aula, dos de ellas relacionadas con el ajedrez. El rincón del tablero y el rincón del caballo son los nombres elegidos. Las niñas, en grupos de cuatro o cinco, rotan por todos los rincones (quince minutos en cada uno). Son actividades cortas y variadas. La organización en pequeños grupos nos garantiza una atención más individualizada y una mayor accesibilidad al material.

Es el momento de asimilar las más elementales reglas: se sientan una frente a la otra con el tablero centrado. Comienzan las blancas, por lo que sorteamos el color. Cuando se toca una pieza, se debe mover. Antes de actuar hay que pensar, y cuando se hace se asume la decisión. Hay que respetar los turnos (la tendencia es no esperar el movimiento de la compañera, por lo que debemos controlar las alternancias). Al acabar hay que recoger.

Hay dudas y también firmes decisiones. Algunas mueven los peones con energía y rapidez dirigiéndolos a ninguna parte. Otras permanecen quietas y es preciso estimular el juego. Alguna, al “comer”, procede a un evidente desalojo del ocupante de la casilla mediante un certero movimiento de muñeca. Descubrimos alguna vocación hacia la arquitectura o la composición artística exteriorizada en la colocación de unas fichas sobre otras que, como no puede ser de otra forma, acaban por el suelo. En este momento crucial todo vale para contactar con el juego y familiarizarse con el nombre y movimientos de las fichas. Así lo entendemos y celebramos.

Realizamos diversas actividades con el tablero que suponen un paso intermedio entre el preajedrez y el ajedrez. Empleamos algunos juegos existentes y otros elaborados por nosotros.

En el juego llamado la gran carrera de peones (en el rincón del tablero) gana quien consigue colocar en la última casilla el mayor número posible de peones, que comienzan el juego en su casilla de salida. El fin es diverso: dominar el movimiento, conocer cómo capturan (en diagonal), saber su número, visualizar la posición de salida, familiarizarse con ellos, alternar las salidas avanzando dos pasos o uno solo, descubrir las amenazas. La diferencia entre avanzar y capturar no siempre es bien entendida, y las dudas son frecuentes. Para no complicar más los inicios, queda pendiente la captura al paso y la promoción del peón (contaremos con la inestimable ayuda de El patito feo, conocido cuento infantil de Hans Christian Andersen).

El movimiento del caballo es otro juego en el que señalan con pegatinas en el tablero de papel el mayor número de casillas que pueden ocupar desde su posición de salida. También dedican la sesión a sombrear con su color preferido la “L” que describe su movimiento. Sorprende la capacidad que tienen para comprender sus movimientos. Cabalgan con soltura y alguno llega a relinchar. Realizamos esta misma tarea respecto al movimiento de otras piezas.

En el rincón del caballo, identifican una casilla conforme al método algebraico usado para escribir el ajedrez. Otra sorpresa: todas lo hacen (gracias, en parte, a las previas partidas del juego de Hundir la flota que hemos disputado).Y el año que vieneAl finalizar el curso escolar, nos queda pendiente avanzar en reglas, estrategias, técnicas, normas y otras cuestiones relevantes. Lo más inmediato, en el siguiente curso, será repasar lo aprendido. Sin prisa, todas juntas y a la vez. Jugando al ajedrez y con el ajedrez como excusa. Les dará seguridad y aumentará su autoestima. Han conseguido acceder a lo que desconocían. A partir de este momento y siguiendo el ritmo que vayan estableciendo las niñas, procederemos a analizar estos aspectos:- La promoción del peón y la captura al paso.- El jaque y el jaque mate. La finalización de una partida da sentido competitivo al juego aprendido. El jaque mate será consecuencia del desarrollo último de la partida una vez se hayan capturado un buen número (o todas las demás) fichas. En este punto todo encuentra su fin e introducimos una sana ambición competitiva.- El mate con distintas piezas.- Los mates básicos (mate pastor, de Lucena, de Anastasia, de Damiano, de Boden, de Morphy, etc.).- El enroque del rey (enroque corte y enroque largo como estrategias defensivas).- El distinto valor teórico de cada figura y su diferente potencialidad.- La comprensión del valor estratégico de las casillas centrales del tablero.- El rey ahogado. Cuando sea posible explicaremos la necesidad de vencer al adversario siempre mediante un jaque.- Las tablas (el empate como posibilidad).- La notación algebraica como forma de escribir el ajedrez.- El tiempo. Es un momento apropiado para introducir un elemento hasta ahora no tratado.- La derrota y el triunfo como aprendizaje y la felicitación al compañero de juego que nos derrota o al que vencemos.- El esfuerzo, la planificación, la superación, la preparación, la reflexión, la autocrítica y la amistad que surgen siempre alrededor de un tablero de ajedrez basado en la admiración y el respeto.Desde un punto de vista docente, también nos planteamos observar la evolución de las alumnas, en el sentido de reflejarla de forma sistemática, transmitirla a los futuros docentes (incorporarla al currículo) e informar a los padres y madres, así como analizar las distintas respuestas que ante el ajedrez pueden tener las alumnas en función de sus rasgos de personalidad y caracteres (por ejemplo, timidez, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, altas capacidades).

Empezamos a jugar

Empezamos a jugar y no lo hacemos mal. Los movimientos son sencillos. Procuramos que todas las fichas sean desplegadas para repasar lo aprendido. Las piezas ruedan en ocasiones, otras veces se caen y arrastran a las demás. (las mangas del baby causan estragos).

La tercera partida la hacemos al revés (en el rincón del tablero). Solamente hay dos reglas: gana quien pierde más piezas (a todas damos el mismo valor) y la es captura obligatoria. En este mundo al revés, el objetivo es ganar perdiendo. Es un acierto: quieren capturar piezas, colocarlas al alcance de las manos, juguetear con ellas y compararse con la situación de la compañera. Además, apreciamos claramente que buscan resultados inmediatos de sus acciones.

También en el rincón del tablero planteamos un reto: cerrar los ojos… y ver el tablero. Después de colocar las fichas en el tablero y visualizarlas durante algunos instantes, solicitamos que en voz alta y con los ojos cerrados nos digan las figuras blancas comenzando por la izquierda. Titubeando van diciendo: “torre”, “caballo”, “alfil”, “rey”, “reina”, “alfil”, “caballo” y “torre”. Y a continuación sueltan un “¡ufff!” y una sonrisa amplia que nos permite apreciar alguna pérdida de los dientes de leche. Cometen algún error en el orden, pero el resultado es inolvidable. Elogios y alegría para todas y sorpresa y admiración para nosotros.

El ajedrez inunda nuestras vidas. Quieren jugar en el servicio del colegio, alegando que el suelo es un tablero porque los azulejos son blancos y negros. Estudiando Egipto, descubrimos que los egipcios ya tenían un juego similar que se llamaba “senet”. Aprendemos que en la Edad Media los caballeros, en la sala principal de la torre del homenaje, libraban arduas partidas de ajedrez, mientras las damas bordaban y tocaban instrumentos. Las niñas no entienden este reparto de roles: “¿Ellas no jugaban al ajedrez?”, se preguntan. Y afirman con rotundidad: “Nosotras somos princesas y también jugamos al ajedrez”.

Los beneficios

Llega el mes de junio y con él las vacaciones. Acaba un curso durante el que hemos escrito nuestras primeras palabras, comenzado a leer y sumar, dominado las tijeras, investigado cómo es el interior de nuestro cuerpo, descubierto qué son animales vertebrados… y también aprendido a jugar al ajedrez. Es el momento de extraer las conclusiones, transmitirlas y planificar la continuidad. Llegará el momento de hablar de estrategias, combinaciones, juego posicional, sacrificios y aperturas.

Hemos comprobado que el inicio en la práctica del ajedrez incide en aspectos cognitivos y afectivos y en la socialización de las alumnas, concretamente en la lateralidad (conocen la izquierda y la derecha), la orientación espacial (diferencian de forma intuitiva los conceptos “vertical”, “horizontal” y “diagonal” sin dificultad, aunque no son capaces de definirlos) y la memoria (recuerdan el nombre de las fichas, el lugar de colocación, la forma de moverse y de capturar).

También desarrollan la intuición y sus competencias analíticas y de toma de decisiones, comparten un juego aprendido juntas y en colaboración (cuando simulan ser fichas, tienen sentido dentro del tablero con las compañeras), trabajan en equipo (en la elaboración del tablero, la colocación de fichas) y lo hacen con respeto. Conocen que existen normas para jugar, aprenden que el orden es imprescindible (colocan las cosas en su sitio y se sitúan en el lugar oportuno para poder jugar) y respetan los turnos para actuar. Tienen un primer contacto con la concentración, la paciencia y la persistencia. Aplican nociones de geometría y matemáticas. Comprenden leyendas y cuentos en los que aparece el ajedrez. Aprenden y cantan canciones. Escuchan y aprenden historia e historias y, sobre todo, lo pasan bien.

Nada de esto hubiera sido posible sin el apoyo del Colegio Montessori de Salamanca, que se caracteriza por su esmero en la formación humana, la cordialidad en el trato, la valoración del esfuerzo personal y el fomento de la responsabilidad.

El esfuerzo ha merecido la pena. Por eso animamos a los aficionados y docentes a difundir este mágico juego entre los niños y niñas que comienzan su trayectoria escolar. Más allá de las anécdotas que nos han ocurrido, existe una realidad incuestionable: en un tablero de 64 casillas, manejando 32 piezas, hemos encontrado niñas repletas de creatividad, imaginación, pensamientos, empatía, concentración, diversión y tolerancia.

Para saber más

Aciego de Mendoza Lugo, Ramón; García Alfonso, Lorena; Betancort Montesinos, Moisés (2012). “Los beneficios de la práctica del ajedrez en el enriquecimiento intelectual y socioafectivo en escolares”, en The Spanish Journal of Psychology, vol. 15, núm. 2, pp. 551-559.

Aguilera López, Ricardo (2007). El Ajedrez. Curso completo. Madrid: Alianza Editorial.

Fernández Amigo, Joaquín (2008). Utilización de material didáctico en recursos de ajedrez para la enseñanza de matemáticas. Estudio de sus efectos sobre una muestra de alumnos de 2.º de primaria. Barcelona: Universidad Autónoma de Barcelona. Tesis doctoral inédita

García Olasagasti, Leontxo (2013). Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas. Barcelona: Crítica.

Granero Duarte, María Enriqueta (2014). Aportes de la psicología a la enseñanza del ajedrez. Albacete: Uno Editorial.

Montero Aleu, Juan Antonio (2008). El libro de las frases de ajedrez. Oviedo: Editorial Chessy.

Añadir comentario3Comentarios
Cristina GC|12/05/2015 12:04:40
Enhorabuena a Laura y a Antonio por su gran trabajo y por su dedicación. Grandes profesionales que trabajan con una ilusión encomiable haciendo que la apasionante tarea de educar sea fascinante en los cursos de Infantil. Gracias por ser un ejemplo.Notificar comentario inapropiado
Manuel|12/05/2015 8:42:27
Muy buen trabajo, pero el título del artículo es totalmente machista. Las niñas no son princesas, al igual que los niños no son Action Man. Dejemos de cultivar estos estereotipos.Notificar comentario inapropiado
Marian|11/05/2015 20:01:02
Me parece un gran trabajo,conozco de manera directa el proyecto y felicito a Laura y Antonio por su ilusión y dedicación.Este curso continúan trabajando y los avances son espectaculares. Personas así son las que hacen que la educación motivada y adaptada a los intereses de nuestros alumnos avance. Muchas gracias. Notificar comentario inapropiado
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