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Hablemos de buenas prácticas
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Hablemos de buenas prácticas

  • 15-10-2024 | María Antonia Casanova
  • Es importante, por ello, identificar las buenas prácticas cuando se presenten, con objeto de poderlas difundir por los potentes medios ahora existentes a través de las tecnologías de la información y la comunicación.
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Siempre me he interrogado sobre una situación bastante habitual en las aulas: cuando un alumno no alcanza determinado aprendizaje o no supera una actividad o situación propuesta, el/la docente adopta una práctica diferente que, se supone, se adapta mejor a las características de ese alumno.

Y la pregunta resulta obvia: si conocemos al estudiante y practicamos evaluación continua (que nos ofrece información acerca de cómo aprende), ¿por qué no proponemos directamente el tipo de actividad que es más apropiado para esa persona, ese momento y ese aprendizaje? No pareciera necesario esperar a comprobar que, efectivamente, no consigue lo propuesto, sino que nos podemos anticipar proponiendo actividades de éxito, que contribuirán a la adecuada autoestima del alumno y también a la imagen que proyecta en el conjunto del grupo.

En el momento actual, con un diseño curricular que favorece la creación de situaciones de aprendizaje motivadoras y estimulantes de la curiosidad y el interés del alumnado, parece conveniente recordar la importancia de las actividades dentro del proceso de aprendizaje, pues, realmente, es lo que llega al alumnado de todo el recorrido que, formalmente, nos planteamos desde la teoría pedagógica y didáctica.

En definitiva, la persona aprende de lo que hace (actividad) y, en función de su mayor o menor pertinencia, así se alcanzarán, o no, los objetivos y competencias previstos para la ciudadanía actual. A este fin se dirigen, igualmente, los principios del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), que pretenden favorecer múltiples medios para motivar y comprometer personalmente en los propios procesos de aprender, para presentar de modo diverso y polivalente las propuestas de actuación y, fundamentalmente, para permitir que cada persona, con su singularidad, pueda expresarse de forma autónoma y con los medios o talentos que domine con preferencia.

Son muchas las prácticas docentes de calidad que se producen y llevan a cabo en las aulas, sin duda alguna, pero será bueno recordar algunas de las características que deben reunir las denominadas genéricamente «buenas prácticas», de modo que no olvidemos ninguna de ellas al crearlas/pensarlas/elaborarlas para un determinado grupo o estudiante y, también, para que puedan ser consideradas como positivas en múltiples contextos, lo cual favorecerá la universalización de actuaciones de calidad real en los diferentes ámbitos de la educación.

De acuerdo con las indicaciones de la UNESCO, dentro de su programa MOST (Management of Social Transformations), en el que se especifican las características que deben presentar las buenas prácticas educativas para ser consideradas como tales, estas deberán ser:

  • Innovadoras, planteando en todo momento alternativas nuevas, creativas, divergentes…, que ofrezcan soluciones a las situaciones que deban afrontarse en cada caso
  • Efectivas, demostrando su eficacia y su impacto real en la mejora de lo ya existente.
  • Sostenibles, de manera que puedan mantenerse a lo largo del tiempo y, por lo tanto, sus efectos resulten duraderos, aunque siempre respetando las exigencias sociales, económicas y medioambientales.
  • Replicables, de manera que, como anticipamos ya, sirvan de modelo para el desarrollo de políticas, diseños curriculares y organizativos, iniciativas diversas y/o actuaciones en otros lugares diferentes al de su creación inicial.

Como se deduce fácilmente, no cualquier actividad que se proponga podrá denominarse como buena práctica, si no reúne estos rasgos como esenciales en su planteamiento. Todos ellos resultan imprescindibles tanto para producir efectos positivos a nivel individual, como para que estos no queden restringidos a espacios limitados, sino que puedan expandirse a otros lugares y, de este modo, beneficiar al mayor número de población escolar posible.

Es importante, por ello, identificar las buenas prácticas cuando se presenten, con objeto de poderlas difundir por los potentes medios ahora existentes a través de las tecnologías de la información y la comunicación y, también, por los más tradicionales que lleguen a cualquier lugar en los que resulten, incluso, más necesarias.

El Ministerio de Educación y el Consejo Escolar del Estado abogan por esta difusión, entendiendo que las actuaciones de calidad comprobada permiten aprender de lo ya demostrado por los demás en otros contextos, facilitan soluciones a problemas casi siempre comunes y compartidos, promueven la colaboración entre la práctica escolar, la investigación y la toma de decisiones políticas, que nunca debe desconectarse de la realidad del aula, orientan hacia el desarrollo de nuevas iniciativas y apoyan en la renovación de la política educativa de carácter general.

De hecho, contamos con dos textos realizados mediante investigaciones rigurosas, de gran interés, en los que se reflejan numerosos ejemplos de prácticas de éxito en diversos centros docentes y en distintos países, que, aunque ya tienen algunos años desde su publicación, continúan siendo una referencia útil para su consulta y reflexión acerca de sus propuestas, en lo que estas puedan ser aplicables a nuestra realidad. Se trata de: Actuaciones de éxito en las escuelas europeas (Ministerio de Educación, 2011; disponible en https://www.educacionfpydeportes.gob.es) y Temario abierto sobre educación inclusiva (UNESCO, 2004; disponible en www.unesdoc.unesco.org).

«La IA deberá contribuir a facilitar esas buenas prácticas que ahora nos ocupan, liberando al maestro de algunas tareas y permitiéndole dedicarse a lo más esencial de la función educativa»

En todos los casos, podemos arriesgarnos a asegurar que esas buenas prácticas educativas son el resultado de centros docentes con autonomía suficiente como para adoptar decisiones propias de carácter organizativo-pedagógico, con un claro liderazgo en su dirección —ocupada fundamentalmente en la gestión del conocimiento—, con un trabajo en equipos consolidados de su profesorado, con excelente clima escolar, con la participación activa de las familias y otros componentes del entorno, con acciones permanentes de actualización de sus profesionales y, siempre que sea posible, con buenos recursos materiales para la enseñanza. Enseñar a aprender es algo prioritario en el mundo actual y toda la comunidad debe enfocarse hacia la creación de esa actitud imprescindible que requiere del buen funcionamiento del centro como unidad de acción.

En estos últimos meses en los que se debate el papel que jugará (o ya está jugando) la Inteligencia Artificial (IA) en la enseñanza, sobre todo en cuanto a su posible sustitución del profesor, hay que afirmar que la educación es comunicación humana y que siempre será el docente su pieza clave, nunca reemplazable por nada artificial. La IA deberá contribuir a facilitar esas buenas prácticas que ahora nos ocupan, liberando al maestro de algunas tareas y permitiéndole dedicarse a lo más esencial de la función educativa: lograr especialistas en ser personas, como demanda la vida, y especialistas en ser profesionales, como demanda la sociedad.

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María Antonia Casanova Rodríguez|15/10/2024 22:48:33
Muchas gracias por su comentario, Reynaldo. Creo que, efectivamente, uno de los factores importantes de las buenas prácticas es el relato que se hace de ellas, tanto entre sus protagonistas/alumnos, como cuando se comunican a otros profesionales. La comunicación siempre ayuda a la reflexión y a la fijación del proceso seguido para llegar al resultado positivo. El dominio de la palabra, en lo que tanto insiste Paulo Freire, resulta fundamental en todos los procesos de aprendizaje. Notificar comentario inapropiado
Reynaldo|15/10/2024 18:57:44
Saludos Dra. Siempre es un gusto leer lo que escribe en materia educativa. Me parece interesante lo que publica, y solo puntualizaría que por ejemplo ahora en México la Nueva Escuela Mexicana, con su propuesta educativa a través de proyectos sociocriticos, favorece en la no a realización de practicas exitosas, porque es un hilo muy delgado que puede favorecer a la simulación. Me parece que para ello, él o la docente emancipe esa postura de practica exitosa, bajo la idea de freiré de darle la palabra para que pueda escribir a partir del dispositivo de la narrativa, esa experiencia donde explica cómo le hizo en eso que le pasó y que como resultado, le permite reflexionar su práctica educativa. Lo que favorece para enriquecer esas buenas prácticas que usted señala. Saludos. Notificar comentario inapropiado
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