Frente a una sociedad sometida a la tiranía de la estética y fascinada por la tecnología, este libro aboga por la búsqueda de lo más interior del ser humano, entendida esta interioridad como una parte ineludible y fundamental de la persona.
Maestros del corazón
Hacia una pedagogía de la interioridad
López González, Luis (coord.)
Wolters Kluwer España, S.A. (col. Educación emocional y en valores) Madrid, 2013, 387 pp.
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Coordinados por Luis López González, diez autores de renombre expertos en diferentes disciplinas aportan su visión y sensibilidad sobre la pedagogía de la interioridad, algo que aunque estrechamente ligado a la educación emocional y en valores va un paso más allá de estas.
En su prólogo, Francesc Torralba apunta algunos rasgos que definen la interioridad: “Algo que no puede desgajarse, ni separarse, de la exterioridad, pues forma una unidad con ella”, “un universo sin fondo”, y de su pedagogía: “La condición de posibilidad para vivir la experiencia del misterio”. Denuncia la urgente necesidad de incorporar en las escuelas una pedagogía de la interioridad, que “ha de comenzar con la deconstrucción de ciertos prejuicios, tópicos y estereotipos”. Y resume el libro como una perfecta guía para indagar en esta innovadora forma de entender a la persona y su educación.
Hay por lo menos tres formas distintas de leer este libro: de manera lineal, capítulo a capítulo, de forma aislada (porque cada aportación es un breve monográfico) o siguiendo las numerosas citas y llamadas (casi 600) que realizan los autores. Siguiendo la primera forma, el lector tendrá una perfecta radiografía de lo que se entiende como interioridad; de cómo se construye la pedagogía de la interioridad; de cómo abordarla y trabajar desde el aula en este contexto; obtendrá pistas metodológicas claras y claves para su puesta en marcha... Y, seguramente, si es docente, en el acto lector comenzará a repreguntarse por su papel como maestro o maestra, por su forma de ver al alumno (y, por ende, la clase, el centro y el sistema), por su manera de distribuir espacios y tiempos, de potenciar la creatividad de sus alumnos e, incluso, por lo que dice su cara a la hora de entrar en clase. Muy probablemente quedará atrapado por lo que Carlos González Pérez denomina “los nuevos paradigmas del conocimiento”, convencido de la necesidad personal de conocernos y sentirnos por dentro y del gran cambio que esto conlleva. Por esa invitación al amor y a la forma amorosa de ver al otro que sugiere José María Toro en su capítulo. Por esa reivindicación de la inteligencia espiritual que hace José María Bautista o por la invitación a meditar y a incluir la corporalidad en el aprendizaje que propone Luis López en el suyo.
Cada autor ofrece una perspectiva diferente: la neurociencia, la filosofía, la psicopedagogía, la docencia, la espiritualidad, la meditación o la educación emocional conviven y se alían para componer una armoniosa sinfonía. Como trabajo coral que es, este libro incluye diferentes visiones y tratamientos del tema. Se suceden definiciones que irán sumando y puliendo conceptos. Ruth Galve y Lluís Ylla se encargan de clarificar el escenario: ¿de qué hablamos cuando hablamos de interioridad en la escuela? Josep Otón sienta las bases filosóficas de la interioridad y aporta las coordenadas para trazar el mapa interior. Guillem Massot describe una forma de educación centrada a la vez en el niño, en el educador y en el entorno; define la pedagogía de la interioridad como una “búsqueda del equilibrio entre dentro y fuera” y el aprendizaje como un proceso que transciende e incluye el dentro-fuera; aporta, asimismo, pistas para introducir esta línea pedagógica en clase. Ramón María Nogués afronta la cuestión desde el punto de vista del cerebro y su funcionamiento, mientras que Rafael Bisquerra se aproxima desde la educación de las emociones. Como colofón, Luis López repiensa sobre todo lo recogido, para finalizar con una larga lista de actuaciones concretas para educar la interioridad en la escuela.
Conviven en estas páginas filosofía y pedagogía, así como numerosas claves de lo que es y no es la educación, de lo que debería ser y los fines que debería tener. Algo muy necesario en un contexto como el actual, en el que la humanidad se encuentra “ante un cambio en su forma de verse y de sentirse”, en el que “ya no bastan las revoluciones exteriores; necesita conocerse por dentro, explorar sus potenciales, su creatividad, revelar qué obstáculos han impedido al ser humano ser plenamente feliz” (en palabras de Carlos González). Subyace en todo el libro una forma de entender no solo la educación sino el mundo, cuyo fin es único: buscar el bienestar de las personas, su felicidad. E incluye algunas definiciones del término maestro que nunca un docente debería olvidar: “Un maestro es alguien que se ocupa de la vida interior del alumno”; “Alguien que enseña a descubrir y realizar los sueños de sus alumnos”; “No es un sabio, sino una persona que está atenta”; “Alguien que mira a los ojos, que es capaz de encender los ojos del entusiasmo y la alegría; de sembrar, plantar y cosechar sonrisas”.